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Actualizado: 1 de junio de 2025


4 Pocos bastan si son buenos y Crisol de la lealtad, de D. Juan de Matos Fragoso. 5 Verse y tenerse por muertos, de D. Manuel Freyre de Andrade. 6 El disparate creído, de D. Juan de Zavaleta. 7 La venganza en el despeño, de D. Juan de Matos Fragoso. 8 La Virgen de la Aurora, de D. Agustín Moreto y D. Jerónimo Cáncer. 9 El galán secreto, del Dr. Mira de Mescua.

Nosotros pasamos por allí en plenilunio bien alto, y aunque varias veces vimos el cielo, y no menos medimos con nuestro cuerpo el suelo, no oímos más música que la producida por el rodar de las piedras en los precipicios, la originada por el despeño de las aguas, y la que arrancaba de nuestros labios el lintianac bicol al caer ó tropezar.

Pos digo yo ahora: hay que tener en cuenta que el verano ha sío fatal; hoy que la ventisca, mañana que el aguacero, el pasto se ha reblandecío, y pué ecirse que el ganao no se ha visto limpio de despeño. De salú, bastante bien: sólo han fenecío una vaca de tío Pedro Meñique y una novilla de la viuda del Cevil. La una murió de un empanderao, y la otra de un mal, á manera de perlesía.

Acordose de que Jacinta había querido recoger a otro niño, creyéndolo hijo de su marido... «¡Y mío...! ¡creyéndolo el mío!». Desde la altura de esta idea, se despeñó en un verdadero abismo de confusiones y contradicciones... ¿Habría hecho ella lo mismo? «Vamos, que no... que ... que no, y otra vez que ...». ¡Y si el Pituso no hubiera sido una falsificación de Izquierdo; si en aquel instante, en vez de mirar allí a la niña de Mauricia, viera a su pobre Juanín...! Le entraron tan fuertes ganas de echarse a llorar, que para contenerse evocó su coraje, tocando el registro de los agravios, segura de que le sacarían del laberinto en que estaba. «Porque me quitaste lo que era mío... y si Dios hiciera justicia, ahora mismo te pondrías donde yo estoy, y yo donde estás, grandísima ladrona...». No siguió, porque Jacinta, no pudiendo resistir más las ganas de entablar conversación, la miró otra vez y le hizo esta preguntita: «¿Qué tal estuvo la Comunión?

Los párrafos que le siguieron desdecían muchísimo de él. Más adelante volvió a soltar otro período majestuoso y grandilocuente, que a nuestro joven le agradó sobremanera; pero luego se despeñó en un fárrago de vulgaridades y chocarrerías, de las que no menos quedó asombrado, «¡Vaya un hombre originaldijo para . Otro período de superior calidad; otro en seguida necio y arrastrado.

Líbrelos Dios de caer en manos de uno de esos asesinos, y preferid antes que tal os aconteciese, un vuelco, un despeño, ó un choque de trenes en la seguridad que de estos no saldríais tan magullados como de los aceitosos, largos y apergaminados dedos que la emprenden con vuestras carnes con una fe tal que no hay dolor que no desaparezca, por aquello de que baza mayor quita menor, y de seguro que en aquel juego, la menor es siempre la dolencia, y la mayor la que os propina el sobandero en medio de resoplidos, apretones y magullamientos.

La Condesa se hubiera quedado sola con su servidumbre, si el cielo no hubiera dispuesto que el más alegre y entendido de sus hijos, cuando apenas tenía doce años, hiciese la travesura de montar en un potro cerril, que se despeñó y rodó con él por un barranco, dejándole lisiado para siempre, y tan cojo, que difícilmente podía salir de casa, a no tomar muletas, en vez de tomar las armas.

El público asistía sonriente, con mirada socarrona a aquel ojeo, que ya se había repetido porción de veces sin resultado. La única que logró tener novio durante tres o cuatro años fue Jovita. Por eso fue también la que se despeñó de más alto. El galán era un estudiante forastero que la festejó mientras seguía los últimos cursos de la carrera.

Palabra del Dia

rigoleto

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