Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 14 de junio de 2025


Ya hacía también aproximadamente un año que había muerto el padre de Mary, y tenía que entregar a Machín el sobre de mi tío Juan. Mi tío me recomendó que se lo diera en su mano, y pensé hacer las dos cosas al mismo tiempo: entregarle el sobre y desafiarle. No cómo se enteró el médico viejo de mi resolución; el caso fué que dijo que tenía que acompañarme. Yo me opuse, pero al fin me convenció.

Hubiera quedado muy sorprendido si en el transcurso de los años hubiese sabido que la Shele vivía tranquila y feliz con su marido. Cuatro o cinco meses después de esta escena que te he contado de los preliminares de la boda, me llamaron del caserío de Machín. La Shele había tenido un hijo fuerte, robusto, pero ella estaba enferma.

LINE. ¡No digas una sola palabra...! ¡Te mordería...! ¡Me siento furiosa...! ¡Y habrás adelantado mucho...! ¡Mi marido será víctima otra vez de una crisis de celos, no me dejará ya salir sola y yo no podré explicarte el pollo a la Machin! LINE. Tu Lineta está que echa espuma... Dame el corpiño y procura abrochármelo ligero... ¿lo oyes? Ya no tengo aspecto de mujer adúltera, ¿verdad?

En esto apareció Juan Machín, en compañía de unos ingleses; se entendió con la sobrina de Beracochea, formaron una sociedad y comenzaron a ganar dinero. De un vagabundo de mala fama, Machín se convirtió en hombre todopoderoso: daba trabajo, favorecía a los pescadores, era un personaje.

Al saber luego que yo había desaparecido, comprendieron el plan del poderoso enemigo nuestro. Al ver a Machín de nuevo, comprendí que se había declarado entre los dos una guerra a muerte. El, con su dinero y su influencia, podía hacerme mucho daño; yo tenía de mi parte a casi todos los pescadores y marineros dispuestos a defenderme.

Escribí a Burdeos diciendo que tardaría en volver algo más de lo que había prometido. Todos los días esperaba a Mary después de que ella concluía su trabajo, y paseábamos juntos, solos o en compañía de Cashilda la de Recalde. Nos sentábamos en el Rompeolas y veíamos cómo el mar se agitaba entre las peñas. Algunos amigos me dijeron que Machín me espiaba.

Estas minas se habían descubierto y comenzado a explotar mientras yo estaba viajando. Dirigía los trabajos un tal Juan Machín, hijo de Lúzaro, a quien se recordaba haber conocido holgazaneando por el pueblo.

En una me decía que la Shele se había casado, o, mejor dicho, la había casado mi madre con el hijo de Machín, un mozo estúpido y borracho, a cuyo padre habían tenido que dar dinero y tierras para permitir que su hijo se casara con la Shele, que estaba embarazada. En la segunda me decía el amigo que la Shele acababa de morir de sobreparto en el caserío de Machín.

La otra, que no emplee usted medios tan miserables y tan indignos como éste y eché el periódico al suelo. Las mejillas pálidas de Machín tomaron un tono rojo, sus pupilas fulguraron; pero no replicó. Yo también tengo que hablar con usted dijo el doctor, con severidad. Muy bien. Si usted quiere, iré a su casa esta tarde. ¿A qué hora? A las cuatro, si le parece bien. Bueno.

De manera decía doña Celestina con voz imperiosa que yo le doy a la Shele cuatro onzas y dos vacas. Y las azadas y el trillo añadía Machín el viejo. Bueno, y las azadas y el trillo. ¿Con esto estamos ya conformes? Es que ... decía Machín padre, rascándose la cabeza como la chica ha quedado en ese estado, yo no si estará bien..., porque las gentes dirán que ... Eso ya os lo he dicho antes.

Palabra del Dia

atronar

Otros Mirando