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Actualizado: 4 de mayo de 2025


Su imaginación y su temperamento nervioso estaban contrapesados por la fuerza de sus músculos. El amable y delicado ángel de poesía sabía dar excelentes puñetazos. Más tarde dirá de él una buena señora: «Era un muchacho bonitoCuando entra a West Point hace notar en él un colega, Mr.

La astenia y la nerviosidad constituyen, segun lo que se acaba de ver, el carácter fundamental de la accion del agárico. Así pues, los dolores que presentan los músculos ó los tejidos blancos, lejos de observarse en ellos fijeza, hinchazon y rubicundez, es la debilidad y la instabilidad lo que domina.

Aresti admiraba á los trabajadores, que estaban allí como en su casa, habituados á una temperatura asfixiante, moviéndose como salamandras entre arroyos de fuego, enjutos, ennegrecidos cual momias, como si el incendio hubiese absorbido sus músculos, dejándoles el esqueleto y la piel.

Pensó, después de esto, si su felicidad consistiría en casarse con un boxeador campeón del mundo; pero le bastó presenciar un encuentro entre dos hombres medio desnudos, que parecían dos fardos de músculos barnizados de sudor, para renunciar á tal idea. ¡Ay, el hombre célebre! ¿Dónde encontrarlo?... ¿En qué debía consistir su celebridad?...

Se había pasado lo mejor de la vida en un ajetreo afanoso, que exigía tanta actividad como travesura, esfuerzos locos de la mente y de los músculos, y en tal enseñanza se había fortificado de cuerpo y espíritu, formándose en ella el temple extraordinario de mujer que irán conociendo los que lean esta puntual historia de su vida.

Lo más característico en el concejal perpetuo era la expresión de su rostro, semejante a la de una persona que está oliendo algo muy desagradable, lo que provenía de cierta contracción de los músculos nasales y del labio superior. Por lo demás, buena persona, que no debía nada a nadie.

Mas cansado al fin de este ejercicio, se levantó y comenzó a pasear buscando medio de utilizar nuevamente sus músculos poderosos: y sin darse cuenta de ello, fue acercándose en silencio al paraje donde tocaba la flauta D. Leandro.

En un negro rincón duerme el mazo que otros días batiera el metal... ¡Cómo duele esta paz de la fragua! ¡Cómo duele esta paz! "¡Hola, herrero! ¿qué tienes? ¿qué inercias han ganado tus músculos hoy? Tus brazos semejan dos ramas tronchadas, dos angustias largas de una abdicación. ¡Levántate, herrero! Haz que de la fragua resucite un sol.

Pero no entiendes de esto, bestia de mi alma. ¿Verdad que no me comprendes? El torero sonrió, mostrando sus dientes sanos y fuertes, de luminosa blancura. Ella, como atraída por su ruda ignorancia, aumentó el contacto de los cuerpos, dejando caer la cabeza sobre uno de sus hombros y estremeciéndose con el cosquilleo de la respiración de Gallardo en los músculos de su cuello.

Fingiéndose enfadado por esta popularidad que le halagaba, abriose paso con un impulso de sus músculos de atleta, y se salvó escalera arriba, saltando los peldaños con agilidad de lidiador, mientras los criados, libres ya de respetos, barrían a empujones el grupo hacia la calle.

Palabra del Dia

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