Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 14 de mayo de 2025
Al alzarse, vio a Nucha también en pie, el índice sobre los labios. Perucho, que ayudaba a misa con desembarazo notable, se dedicaba a apagar los cirios, valiéndose de una luenga caña. La mirada de la señorita decía elocuentemente: «Que se vaya ese niño». El capellán ordenó al acólito que despejase. Tardó éste algo en obedecer, deteniéndose en doblar la toalla del lavatorio.
Pero, a este tiempo, ya había salido del coche un hombre, que en el traje mostró luego el oficio y cargo que tenía, porque la ropa luenga, con las mangas arrocadas, que vestía, mostraron ser oidor, como su criado había dicho.
Los pueblos desmolados se echaban a morir. Avila, Toro, Córdoba y Granada se negaron a aceptar el encabezamiento de 1576. En las naciones extrañas el solo nombre de Felipe Segundo hacía palidecer a los banqueros. Los Fugger dieron por fin un nudo a la bolsa y volvieron la espalda. Otros no sabían si continuar o romper para siempre, como el judío que ha prestado a un tahúr de luenga espada.
Luenga barra purpúrea se encendió en el naciente, comparable a un alfanje de cobre. En la ciudad las callejuelas se ahondan. El palacio del Arzobispo destaca, en torno del patio, su enorme techumbre. La piedra roída de la Catedral, las enormes almenas redondeadas por los siglos se tiñen de aurora.
Que aunque en armas y en letras es fecunda Mas que quantas provincias tiene el suelo, Su gusto en parte en tal semilla funda. Despues desta mudanza que hizo el cielo, O Venus, ó quien fuese, que no importa Guardar puntualidad como yo suelo, No veo calabaza, ó luenga ó corta, Que no imagine que es algun poeta Que alli se estrecha, encubre, encoge, acorta.
Entraban haciéndose los distraídos, se sentaban un momento en las butacas, gastaban cuatro bromas con los pollos que allí aguardaban correctos, impacientes, con la luenga levita cerrada, abrochándose los guantes los unos a los otros, y al poco rato se retiraban disimuladamente para ir a noticiar a sus familias que aún no había llegado nadie. ¡Ah! ¡Cuántas veces los pollos impacientes de la levita cerrada aguardaron vanamente toda la noche la llegada de sus hermosas parejas!
Mario quedó algo confuso por aquella indiferencia, y añadió sacando el reloj: Las nueve y media ya... Otros días está aquí a las nueve. El mismo silencio por parte del joven de la luenga barba. Una miradita a la puerta, otra a su regordeta vecina y un sorbo de café fueron las tres cosas que supo hacer para indemnizarse del desdén de su compañero.
Ulises encontró al poeta flaco y amarillento, sumido en un sillón, con la barba luenga y blanca, un ojo casi cerrado y el otro enormemente abierto. Al ver al marino, ancho de pecho, forzudo, bronceado, Labarta se echó á llorar con un hipo infantil, como si llorase sobre la miseria de las ilusiones humanas, sobre la brevedad de una vida engañosa que necesita el oleaje de la continua renovación.
En este trage iba siguiendo la corriente del Eufrates, desesperado, y acusando en su corazon á la Providencia que no se cansaba de perseguirle. El ermitaño. Caminando, como hemos dicho, se encontró con un ermitaño cuya luenga barba descendia hasta el estómago. Llevaba este un libro que iba leyendo muy atentamente.
Hay un refrán en nuestra España, a mi parecer muy verdadero, como todos lo son, por ser sentencias breves sacadas de la luenga y discreta experiencia; y el que yo digo dice: "Iglesia, o mar, o casa real", como si más claramente dijera: "Quien quisiere valer y ser rico, siga o la Iglesia, o navegue, ejercitando el arte de la mercancía, o entre a servir a los reyes en sus casas"; porque dicen: "Más vale migaja de rey que merced de señor". Digo esto porque querría, y es mi voluntad, que uno de vosotros siguiese las letras, el otro la mercancía, y el otro sirviese al rey en la guerra, pues es dificultoso entrar a servirle en su casa; que, ya que la guerra no dé muchas riquezas, suele dar mucho valor y mucha fama.
Palabra del Dia
Otros Mirando