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Actualizado: 11 de noviembre de 2025


Ya viene usted con sus locuras. ¿Locuras?... Y te parece locura, hijita, entusiasmarse hasta perder los estribos, viendo... y la señalaba a ella con la mano extendida esta preciosura de... chacra. Estábamos realmente embelesados recorriendo este jardín dijo Lorenzo.

¡Ah, tenía que ser así! clamó el muchacho, viendo al mismo tiempo con espanto su rostro demudado en el espejo. ¡La madre era quien había inspirado la carta, ella y su maldita locura!

El pobre Marner salió con esta desesperación en el alma; con este desengaño en la confianza puesta en Dios y en la humanidad, que casi raya en la locura de una naturaleza afectuosa. Con el corazón amargamente herido, se dijo: «Ella también me rechazará». Y pensó que si Sara no creía en el testimonio dado contra él, toda la fe de aquella joven tenía que subvertirse como la suya.

Además, estaba el vino como principal culpable: el veneno de oro, el diablo de color de ámbar, esparciendo con su perfume la locura y el crimen. Fermín permaneció silencioso largo rato. De todo esto dijo al fin ni una palabra al padre. El pobre viejo moriría. Mariquita hizo un gesto de asentimiento. Si te encontraras con Rafael continuó, ni una palabra tampoco.

Doña Juana habia llegado al último grado de locura, estaba enteramente loca; mas sin embargo era la reina propietaria de España y su nombre y consentimiento eran necesarios para dar algun carácter á los actos del gobierno. Esta consideracion movió al rey Católico á entrar en algunas consultas con su hija para el mejor arreglo de los negocios y volver otra vez á gobernar los dominios de España.

Perdió, por lo tanto, la cocina de su majestad, cuya pérdida no se le indemnizó sino con dejarle un mechinal donde vivía en palacio y una mezquina pensión nominal, porque no se le pagaba. No le encerraron porque su locura era tranquila.

Apenas le oyeron esto, cuando todos le tuvieron por loco; y, por averiguarlo más y ver qué género de locura era el suyo, le tornó a preguntar Vivaldo que qué quería decir "caballeros andantes".

No, señor Duque; regresaré en seguida a la Bretaña, y le suplico nuevamente que acepte la expresión de mi reconocimiento y el de toda mi familia. ¡Eso es una locura! murmuró el Duque. Pero yo, reflexionando en lo que acababa de ver y escuchar, salí diciendo para : Esto es ser razonable.

¿Y el pobre calzonazos dio su permiso? dijo Visita, colorada de indignación . ¡Qué maridos de la isla de San Balandrán! añadió acordándose del suyo. La Marquesa no acababa de santiguarse. «Aquello no era piedad, no era religión; era locura, simplemente locura.

Tal vez imagina que la persiguen las furias del infierno, los enemigos del alma, una legión entera de diablos, y entonces no se considera en salvo sino acogiéndose al pie del altar. Es menester que avisemos á D. Carlos que venga pronto, á ver si liberta á Clara de este género de locura.

Palabra del Dia

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