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Y el escudero salió de la tienda, riendo con un ojo y llorando con otro. Don Juan entró de nuevo en la trastienda. El señor Longinos se ocupaba en alinear de una manera simétrica las columnas de oro, con esa sensualidad característica de los avaros. Me parecéis bastante hombre de bien dijo don Juan y quiero valerme de vos. Yo soy capitán de la guardia española del rey. Por muchos años, señor.

Todos nacemos llorando, todos morimos suspirando: la naturaleza no hace diferencia entre pobres y ricos, plebeyos y nobles; y la religion nos enseña que todos tenemos un mismo orígen y un mismo destino.

Se sentaron en un banco y Tragomer cogió en sus brazos al pobre mártir y le estrechó contra su corazón riendo y llorando á la vez. Jacobo, sin embargo, trataba de desasirse, como avergonzado. ¿No te causo horror? dijo con amargura. Mira mi traje y este número, que es ya mi único nombre, ¡Estás abrazando á un presidiario, Tragomer! ¡Bien sabes, sin embargo, que soy un asesino! ¡No!

Sin tu cuñado dijo el ama. ¿Y dónde está? ¿Se quedó en el lugar? ¿Por qué no viene? Lo ignoro. Sólo que tu hermana está llorando como jamás la he visto llorar. Sin duda ha ocurrido alguna gran desgracia. Beatriz nada ha querido decirme; pero algo ocurre de muy grave y lastimoso. Levántate, hija. Ve a consolar a tu hermana y a saber la causa de su dolor.

¡Mutilado! exclamaba, llorando; ¡mutilado para siempre! ¡No hay remedio para ! ¡Si existiese alguna droga, algún tópico misterioso cuya virtud devolviera la nariz a los que la han perdido, lo compraría a peso de oro! ¡Lo enviaría a buscar al fin del mundo!

Habéis visto á la hija llorando; y es muy posible que veáis al padre rabiando. ¿Y qué hace en el alcázar su excelencia? Ha venido á ver al rey y no le ha encontrado en su cámara: le han dicho que el rey está en la cámara de la reina, y si se le ha puesto saber hasta qué hora están juntos sus majestades, se habrá quedado sin duda en la cámara real; pero hablemos bajo no sea que nos oigan.

El médico que Soldevilla había traído, encerrado durante el lance en una sala por no presenciarlo, reconoció minuciosamente las fracturas y contusiones del herido. Declaró, desde luego, su estado muy grave. Peña y don Rudesindo, encontraron a Gonzalo dentro del coche llorando desesperado. ¡Soy un bruto! les dijo. ¡Un bárbaro! ¡Qué pensarán ustedes de ! He cometido una acción bochornosa.

Yo no he podido, después que te conozco, pensar nada futuro sin que á mis ideas acompañara la idea de tu persona como parte de mismo. No he podido pensar en la adquisición de alguna cosa, de algún objeto, de alguna felicidad, sin que pensara en que disfrutarías de todo eso antes que yo. No he tenido desgracia alguna ni pérdida sin figurarme que estabas á mi lado llorando conmigo.

Don Germán asustado, confuso la instó para que se explicase. ¿Qué había pasado? ¿Había tenido algún disgusto con los criados? ¿Le habían dado algún susto? Elena callaba, llorando cada vez con más sentimiento. Al cabo profirió entre sollozos: No lo que tengo... nada me ha pasado... pero he sentido miedo de pronto... ¡un miedo tan horrible...! Pensé que no te volvería a ver más...

A la luz de un relámpago, la Regenta vio los ojos de Álvaro brillantes y envueltos en humedad de lágrimas. También tenía las mejillas húmedas.... Ella no pensó que esto podía ser agua del cielo. «¡Estaba llorando aquel hombre... el hombre más hermoso que ella había visto, el compañero de sus sueños, el que debió haberlo sido de su vida!...».