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Actualizado: 10 de junio de 2025
Con una cuarta de taco que pudiera meter en la mesa el farmacéutico, golpe hecho por donde menos podía esperarse. Para una fuerza inicial como llevaba su bola, no había nada seguro en la mesa, ni en las inmediaciones las más de las veces. El Ayudante desfogaba sus contrariedades llamándole san Bruno, y chiripero, y leñador y otras cosas parecidas.
Al día siguiente, después de rumiar mucho aquel encuentro extraño, el pastorcillo llegóse al palacio de su aldea a tiempo que la tarde caía, y pidiendo hablar al señorito, le disparó este discurso: Que ayer vide a la niña de esta casa llorando y sola por las mieses y llamándole a usté.... Y que digo yo que iba muy desmelená y con el hábito rompido....
Era el primero que, en virtud de la buena conducta del joven, debía ella endulzar lo amargo de su reprimenda llamándole y dándole su absolución. Era el segundo que, por la gran diferencia de edad que entre ambos mediaba, el afecto de ella hacia él tenía mucho de maternal y muy poco o nada de pecaminoso.
29 mas cualquiera que blasfemare contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón; mas está obligado a eterno juicio. 30 Porque decían: Tiene espíritu inmundo. 31 Vienen después sus hermanos y su madre, y estando fuera, enviaron a él, llamándole. 33 Y él les respondió, diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos?
A poco entró doña Desdémona preguntando por su marido, y pudo observar el joven que Ballester le hizo señas, llamándole la atención sobre la presencia de Maxi, pues la señora empezó diciendo: «¿Ha ido otra vez a la Cava?». Aquello se arregló y doña Desdémona invitole a que la acompañase a su casa, lo que él hizo de bonísima gana, remolcándola del brazo por la escalera arriba.
-Tú has dicho muy bien -dijo don Quijote-; y podrá llamarse el bachiller Sansón Carrasco, si entra en el pastoral gremio, como entrará sin duda, el pastor Sansonino, o ya el pastor Carrascón; el barbero Nicolás se podrá llamar Miculoso, como ya el antiguo Boscán se llamó Nemoroso; al cura no sé qué nombre le pongamos, si no es algún derivativo de su nombre, llamándole el pastor Curiambro.
Lo contrario sucede en la idea: instantáneamente, concebimos lo que se entiende por espacio infinito: disputamos desde luego sobre su posibilidad ó imposibilidad, le distinguimos perfectamente del indefinido, preguntando de este si en realidad tiene límites ó no; llamándole finito en el primer caso, é infinito en el segundo.
Gentes de Villanueva u otros pueblos que solían cruzar nuestro camino le saludaban llamándole unas veces señor alcalde y otras señor Domingo; la fórmula cambiaba según el domicilio de los transeúntes, de conformidad con la clase de relación o el grado de dependencia. Buenos días, señor Domingo le decían a través del campo. Eran labriegos, gente de trabajo, agachados sobre los surcos.
Las gentes del campo trasladaban al apellido el título de respeto que precede al nombre, llamándole don Madariaga. Compañero dijo á Desnoyers un día que estaba de buen humor, lo que en él era raro , pasa usted muchos apuros. La falta de plata se huele de lejos. ¿Por qué sigue en esa perra vida?... Créame, gabacho, y quédese aquí. Yo voy haciéndome viejo y necesito un hombre.
Yo he visto recientemente un toro que, a los dos minutos, se dio cuenta de que todo en la plaza estaba organizado en contra suya y adoptó una actitud que pudiéramos llamar de cuernos caídos. Los toreros corrían detrás de él enseñándole unas telas vistosas y llamándole con sus voces más dulces; pero todo era en vano. A veces, el toro se paraba un instante y parecía que iba a dejarse conquistar.
Palabra del Dia
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