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Actualizado: 8 de junio de 2025


¡Llévame contigo! repitió . Si tu no me sacas de mi mundo, no sabré cómo salir de él... Soy pobre. En los últimos años me ha sostenido la doctora; ignoro el medio de ganar mi existencia y estoy habituada á vivir bien. La miseria me inspira más miedo que la muerte. me mantendrás; contigo aceptaré lo que quieras darme; seré tu criada.

Puestos en paz bien pronto, continuó éste: Por lo demás, llévame dos años de fecha, aunque niégalo el arrastrado, sin pizca de temor de Dios, y tiene ya los cuatro duros bien corridos de peso. Fue siempre de mucho odre, buen apetito y mejor conducta. Así ha llegado él tan acá, sin un mal retortijón de tripas.

¡Perfectamente! vamos al hotel... vamos a pie... es cerca... allí, ¿ven? dijo señalando con la mano y agregó, dirigiéndose a Hipólito: Espéranos allá. Ché, Hipólito le dijo Baldomero. Y llévame de paso el «azulejo». El grupo se dirigió al hotel y a poco andar le interceptó el paso un pilluelo que con la mano tendida dijo a Melchor por todo saludo: Don Melchor... me da «una... moneditas»?

Todo eso replicó D. Prudencio me parecería muy bien si para dejarme frío no acudiese á mi mente esta frase proverbial: que no puedes, llévame á cuestas. No bastan doscientos mil soldados para acorralar y domar á los mulatos y negros cimarrones, y sueña usted con que basten cien mil para llegar al Capitolio de la Gran República.

¡Tonterías! respondió Ben-Tovit con acento burlón . ¡Si posee, en efecto, el don de curar, que me cure a el dolor de muelas! Y tras un corto silencio añadió: ¡Dios mío, qué polvareda han levantado! ¡Ni que fueran un rebaño! Debían de echarlos a palos. ¡Llévame abajo, Sara! Su mujer tenía razón. El espectáculo le había distraído un poco, o quizá el estiércol pulverizado le había aliviado.

Luego añadió, con una imploración graciosa: Llévame á cualquier parte, adonde se te ocurra. Paseemos lejos de aquí... ¿Dónde podremos ir? El príncipe mostró la misma indecisión. Se movían siempre en el mismo círculo, desde sus casas al centro de Monte-Carlo, al Casino, y quedaban como desorientados al pretender ir más allá.

Conozco bien tu alma, y al verme en peligro acudo á ella. ¡Sálvame! ¡llévame contigo!... Como estaba de pie frente á él, le bastó levantar las manos para colocarlas sobre sus hombros, iniciando el principio de un abrazo. Ferragut permaneció insensible á la caricia. Su inmovilidad repelía estas súplicas.

«¡Ay! vientecillo exclamaba lánguidamente, ya estoy confusa, ya estoy mareada. ¿De qué vale la ciencia, si al fin, después de tanto investigar más me espanta lo que ignoro que me satisface lo que ¡Ay! compañero mío de desengaños, sólo que no se una condenada palabra de nada. Esto es para volverse una loca. Llévame á un sitio recóndito donde encuentre el consuelo del olvido.

La vieja está muy triste; no somos nada; en un momento podemos vernos privados de la vida. «Señor, Señor dice la vieja , ¿por qué pones ante la muerte a todas horas? Ya que me he de morir, llévame de este mundo sin angustias y sin sobresaltosPero el Señor no oye a la pobre vieja.

Decírselo, era como decirle: porque te amo, dame diamantes y perlas, llévame en coche, haz que habite en un hermoso hotel, coloca una corona de condesa sobre mi frente, cómprame muebles bonitos, cuadros y estatuas; tenme criados que me sirvan al pensamiento; proporcióname, en suma, cuantas elegancias y comodidades trae el dinero consigo, y después obtendrás el goce y la posesión de mi alma y de este amor vehemente que te profeso, por más que esté refrenado y domesticado por la circunspección más severa.

Palabra del Dia

lanterna

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