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Actualizado: 8 de junio de 2025
Llévame a ese lugar donde el arroyo se ensangosta, que agora es invierno y sabe mal el agua, y más llevar los pies mojados." Yo, que vi el aparejo a mi deseo, saquéle debajo de los portales, y llevélo derecho de un pilar o poste de piedra que en la plaza estaba, sobre la cual y sobre otros cargaban saledizos de aquellas casas, y dígole: "Tio, éste es el paso más angosto que en el arroyo hay."
Llévame otra vez a mi casa. ¡Dios mío santísimo, si me sienten llegar contigo!... ¡Si doña María se levanta y ve que Asunción y yo no estamos allí!... ¡Esto ha sido una locura! ¡Desgraciada Asunción! ¡Tan buena y tan loca! Inés lloraba con vivo dolor la pérdida de su amiga. Para mí es como si hubiera muerto añadió . ¡Que Dios la perdone!
Las palabras salieron de sus labios saturadas de amargura; pero al mismo tiempo, sin que pudiera evitarlo, brilló en sus ojos tal llamarada de pasión, que aquella mezcla de negativa y de amor fue lo sumo de la coquetería. Don Juan no sabía a qué santo encomendarse. La boca de Cristeta decía: «Nunca»; los ojos gritaban: «Llévame.»
La niña, sollozante, respondió al punto: No, no, por Dios; llévame entonces contigo. Rita hacía pucheros y se llevaba a los ojos la punta del delantal, y don Manuel, incapaz de prolongar aquella escena sin descubrir el profundo dolor que le poseía, trató de calmar a la niña con tranquilizadoras palabras.
Me he acostumbrado a verte, necesito cuidarte, eres mi única familia; antes no tenía ninguna aspiración, vivía sin esperanza; ahora tengo una: verte sano y fuerte. ¿Y me dices con esa frescura que te vas...? No, no te irás.... Eso me faltaba: tras la hija, el hermano... ¡Que me maten de una vez! ¡Señor Dios, llévame contigo...!
Llamas a esto perder la razón... Acaso el cordero no se rebela cuando lo llevan a... ¿Y tú querrías? ¿Así es como me amas?... ¿No piensas en Martín? ¡Es tu hermano! ¡lo sé!... Pero sé también que moriré si sigo por más tiempo al lado de él. Me pongo a temblar sólo al pensarlo... ¡Llévame contigo, Juan! ¡Llévame contigo!
Dorotea le ve alejarse, coge de la mano a Electra, y vivamente vuelve con ella al centro de la escena. DOROTEA. Ven... A la iglesia no. ELECTRA. Aquí... Quiero respirar... Quiero vivir. Ya es la hora fijada por el Marqués... Aprovechemos los minutos, los segundos, o todo se perderá. A mirar por ti, a devolverte la salud, la vida... Disponte a salir de esta sepultura, y llévame contigo.
La respuesta fue un delicioso apretujón por bajo de la capa, y al mismo tiempo una mirada en que iba envuelta la promesa de la felicidad. Pues bien, Juan, no puedo luchar más; soy tuya..., haz lo que quieras; manda, llévame donde quieras. No: mandar tú, obedecer yo. ¿Me abandonarás otra vez?
Al bajar la magnífica escalinata de la Bolsa, mi mujer me tira del brazo, en señal de llamarme la atencion, y me dice: Llévame á la fonda; yo me quedaré allí, mientras que tú vienes á visitar ese palacio. Me remorderia la conciencia, continuó mi compañera con más animacion, si los franceses me cogieran un franco por visitar la Bolsa.
«Pero, criada, llévame pronto!» «¿Piedad, qué es eso de criada? ¡Tú nunca le dices criada así, como para ofenderla!» «No, mamá, no: es que tengo mucho sueño: estoy muerta de sueño.
Palabra del Dia
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