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Actualizado: 16 de mayo de 2025
El arte y el ingenio con que el Barón iba insinuando en mi alma estas lisonjas me tenían cada vez más hechizada. El Barón me comprende bien, pensaba yo, y cuando tan bien me comprende señal es, y prueba es clarísima, de la elevación y de la agudeza de su entendimiento. Así infundió el Barón en mi pecho la amistad más acendrada hacia él.
Verdad que él se pasaba admirablemente sin esta simpatía y no le quitaba de engordar cada día más y pasar la vida riendo. Las lisonjas que le estaba vertiendo al oído con voz insinuante su nueva hija de confesión, en vez de agradarle, le turbaban, le molestaban visiblemente. Fue una de las pocas veces en que pudo vérsele serio.
No pretendo valer mucho; pero... procuraré, bajo tan buena dirección, aprender en poco tiempo cuanto sea necesario. Castro Pérez sonrió, y a dos manos, juntando el pulgar y el índice se compuso los anteojos, y luego, dándose palmaditas en el abdómen, echóse atrás y me interrumpió. ¡Nada de lisonjas, joven! Nada merezco de cuanto dicen de mí.... Hablaba lenta y pausadamente, oyéndose.
34 Y en su caer serán ayudados de pequeño socorro; y muchos se juntarán a ellos con lisonjas. 38 Mas honrará en su lugar al dios Mauzim, dios que sus padres no conocieron; lo honrará con oro, y plata, y piedras preciosas, y con cosas de gran precio. 42 Extenderá su mano a las tierras, y la tierra de Egipto no escapará.
Tan atestados tenía los oídos de lisonjas, tan repetido llegó a ser el tema amoroso con que la asediaron galanes de todas las imaginables cataduras, que ya consideraba el caso como una rutina obligada en los usos de la buena sociedad; le sonaban aquellos arrullos como un ruido más de los ruidos del mundo, y pasaban con éstos sobre ella como el aire sobre las rocas.
He aquí lo que dice en su égloga á Claudio: «Débenme á mí de su principio el arte, Si bien en los preceptos diferencio Rigores de Terencio, Y no negando parte A los buenos ingenios tres ó cuatro Que vieron las infancias del teatro, Pintar las iras del armado Aquiles, Guardar á los palacios el decoro, Iluminados de oro Y de lisonjas viles, La furia del amante sin consejo, La hermosa dama, el sentencioso viejo.
Recibíale el Monarca á todas horas, á solas, aun estando en la cama, no sin inconvenientes; que empezaban á manifestarse los celos de los palaciegos, y singularmente la envidia de Villeroy, por más que procurara adormecerla con lisonjas . Como defensa, había manifestado al Rey que mal podría subsistir allí si á las persecuciones y peligros de la triste fortuna se agregaba la malquerencia de sus Ministros : preciso sería, á falta de mayor favor y amparo, que buscara otro retiro; idea que afligió mucho á Enrique .
Si manda usted a la kermesse una pochade parecida, no habrá regalo que la iguale... La dama anónima sonreía, sonreía siempre, con los ojos bajos, como abrumada por el peso de aquellas lisonjas que hacían vibrar las aletas de su fina nariz con estremecimientos de rabia. Currita quiso darle el golpe de gracia, y con aire de bondadosa protección dijole entonces: ¿Y tiene usted muchas discípulas?...
Con su padre tenía toda la sinceridad posible; mas esos misteriosos deseos, esas dudas ingenuas que la mujer reserva para dichas en voz baja al elegido de su corazón, no salieron de sus labios. Las frases galantes y las lisonjas la infundían una previsión desasosegada, un terror vago que la impedía mostrarse complacida: era semejante a un pájaro que tuviese miedo a la red.
Buscó con la vista a Martínez y viole a diez pasos de distancia, con la cabezota ladeada, apoyado en su garrote, y su risa de paleto sobre los labios, recibiendo también sus homenajes. Un grupo de palaciegos le rodeaba, oprimiéndose y estrujándose por estrechar su velluda manaza entre las suyas finas y enguantadas, al compás de previsoras lisonjas.
Palabra del Dia
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