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Más te valdría, Antoñita, venir a ayudarme que no escuchar sus falaces lisonjas. ¡Si acababa de entrar en este mismo instante! A haber sabido que me necesitabas habría venido mucho antes. ¡Calle! ¿Quién te ha hecho ese traje? ¿Quién, me lo ha de hacer? Yo misma. Ya sabes que lo tengo por costumbre. Y haces perfectamente: nunca te hará una modista un vestido semejante.

Por eso, aunque sólo hacía un mes que Demetria asistía á los bailes semanales que se celebraban en aquella casa, ya tenía una muchedumbre de adoradores que giraban en torno suyo zumbando lisonjas y ansiando libar la miel de tan espléndida rosa. Mas su ingenuidad y simpleza los desconcertaba no pocas veces.

En efecto; siento lástima de la señorita. Quiero decir... Lléveme usted a casa... Amigo añadió esforzándose en aparecer jovial su discurso y me pareció muy bonito. ¡Qué bien habla usted, qué bien!... Da gusto... Basta de lisonjas dijo el clérigo; y luego mirándome añadió : y usted, señor militar-teólogo, ¿de qué arterías se ha valido para sacar de su casa a esta señorita?

30 Porque vendrán contra él naves de Quitim, y él se contristará, y se volverá, y se enojará contra el santo pacto, y hará; se volverá pues, y pensará en los que habrán desamparado el santo pacto. 32 Y con lisonjas hará pecar a los violadores del pacto: mas el pueblo que conoce a su Dios, se esforzará, y hará.

PROCLO y EUMORFO a quien Marino acompaña, yéndose luego. EUMORFO. Abismo del saber, lucero de la filosofía, archivo de todas las noticias divinas y humanas... PROCLO. Amable mancebo, déjate de lisonjas y di lo que pretendes. EUMORFO. Pretendo que me ilustres un poco. EUMORFO. No me desdeñes así. Confieso que no tengo por las ciencias la vocación más decidida.

Y como natural consecuencia de la boga de sus artículos, también su persona alcanzó inusitado favor en los salones. Se le juzgó fino, gentil, elegante: las mamás le bloquearon con sonrisas y lisonjas. Pero no estaba por los amores lícitos: gustaba de morder en la manzana prohibida, y es fama que en poco tiempo le dio muchos y fuertes bocados.

Al repasar las páginas del librillo de mi vida me pareció que iba yo recorriendo larguísima y desolada calle, entre dos hileras de tumbas que aquí y allá blanqueaban a la sombra de los sauces y de los cipreses. La felicidad y bienestar de mi familia en tiempos mejores vino a sonreirme, a lastimar con sus alegres memorias mi dolorido corazón. Antes abundancia, respetos, halagos, lisonjas.

Un millón de gracias por mi parte dijo entonces don Simón, un poco envanecido con semejantes lisonjas, y aun recelándose si sería él más popular de lo que creía. No las admito, señor mío contestó el mozo quebrándose a cortesías . Deseaba estrechar su mano de usted; acabo de verle pensativo y solo, y he elegido esta ocasión.... Y a propósito de cavilaciones, ¿va usted a hablar mañana, quizá?

Era de ver cómo, en creyendo que tenía dinero, me decían que todo me estaba bien, celebraban mis palabras, no había tal donaire como el mío. Yo que las vi tan cebadas declaré mi voluntad a la muchacha y ella me oyó contentísima, diciéndome mil lisonjas.

Convengo en que á menudo ellos no advierten lo mismo que hacen, que no tienen una conciencia bien clara de esa inspiracion de la vanidad que los dirige y sojuzga; pero la funesta inspiracion no deja de existir; ni deja de ser remediable si hay quien se lo avise; mayormente si la edad, la posicion social y las lisonjas, no han llevado el mal hasta el último extremo.