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Actualizado: 20 de mayo de 2025
El mozo de cuadra, calzados los zuecos y entonando una canción de su tierra, frotaba los arreos en la puerta de la cochera; y en una habitación de la planta baja, junto a una ventana, la doncella de la duquesa limpiaba cuidadosamente los vestidos con que su señora se había engalanado la víspera, mientras otras compañeras admiraban las ricas telas y los finísimos encajes que, desordenadamente puestos sobre el respaldo de un sofá, podían fácilmente ser vistos desde fuera.
Salvador reconoció la puerta de la casa que buscaba, y acercándose, preguntó si vivía allí el señor Pedro López, por otro nombre Tablas. Mientras el hombre se limpiaba el sudor, la hembra de los parches contestó que sí. La tiendecita ahumada donde estaba el puesto de buñuelos y aguardiente comunicábase con una lonja grande y espaciosa, donde había espléndido comercio de carne y salchichería.
Se sintió aliviada... libre de aquel espantoso hervor de su cerebro. Su mamá le limpiaba el sudor de su frente, llamándola con palabras cariñosas. Había sentido Rosalía sus quejidos, síntoma indudable de la pesadilla, y saltó de la cama para correr en su socorro. Eran las doce. Hízole después una taza de té, y ayudada de Prudencia le mudó las sábanas.
Por medio de su pañuelo doblado, la limpiaba Julián del moho, tocándola con manos delicadas. Desde niño le había enseñado su madre a reverenciar la sangre ilustre, y aquel pergamino escrito con tinta roja, miniado, dorado, le parecía cosa muy veneranda, digna de compasión por haber sido pisoteada, hollada bajo la suela de sus botas.
Dijeron al alguacil que el Corregidor, que estaba allí, le mandaba entrar con el preso, y así lo hubo de hacer. Venía el Asturiano todos los dientes bañados en sangre, y muy mal parado, y muy bien asido del alguacil, y así como entró en la sala, conoció a su padre y al de Avendaño. Turbóse, y por no ser conocido, con un paño, como que se limpiaba la sangre, se cubrió el rostro.
Mírala, es mi novia había dicho una mañana a Margalida, mientras ésta limpiaba la habitación . ¿Verdad que es hermosa?... Debió ser princesa de Tiro o Ascalón, no lo sé cierto; pero lo que sé indiscutiblemente es que estaba reservada para mí. Me amaba cuatro mil años antes de nacer yo, y ha venido a buscarme a través de los siglos.
En un rincón del cuarto había dejado Petra olvidados los zorros con que limpiaba algunos muebles que necesitaban tales disciplinas; y pensando ella misma en que estaba borracha... no sabía de qué, Ana, desnuda, viendo a trechos su propia carne de raso entre la holanda, saltó al rincón, empuñó los zorros de ribetes de lana negra... y sin piedad azotó su hermosura inútil una, dos, diez veces.... Y como aquello también era ridículo, arrojó lejos de sí las prosaicas disciplinas, entró de un brinco de bacante en su lecho; y más exaltada en su cólera por la frialdad voluptuosa de las sábanas, algo húmedas, mordió con furor la almohada.
Palabra del Dia
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