Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 27 de junio de 2025
Como no tenía variedad de sucesos con qué llenar, diversificar y distinguir aquella larga serie de años, toda ella le parecía soplo, relámpago fugitivo, desmayo y letargo que al disiparse se lo había llevado todo consigo, esperanzas y proyectos y hasta la posibilidad de forjarlos de nuevo. La horrible vejez había caído sobre él sin sentir.
Igual a Brunilda, la virgen morena había dormido, no años, sino siglos, guardada en su letargo por la azul extensión de los océanos, más insalvable que las barreras de llamas.
¡Rey de la creacion, hombre! Despierta. Sál del letargo en que sumido vives, abre una vez á la verdad tus ojos, si á resistir su luz tu vista acierta. Despierta contemplando los despojos de tu pobre grandeza, mezquino sueño de tu sér soberbio. Despierta con presteza, baja del trono de oropel y harapos que rico solio en tu locura crees.
El letargo del primer dolor nos quita en parte la facultad de sentir los otros, y quizá esos golpes redoblados que caen simultáneamente sobre nuestra cabeza son menos un brutal encarnizamiento de la suerte que una suprema piedad de la Providencia...
Mariano, loco, bruto y salvaje gritó ella, despertando otra vez en su letargo de pena y despecho . Si te oigo hablar así otra vez... No dije nada, nada... Dame turrón».
Ha vivido algún tiempo en un tejar detrás de la nueva Plaza de Toros. ¡Pobre chico! Fuimos allá, y dos mujeres que encontramos y que no se recomiendan por su fisonomía, nos dijeron que, habiendo caído enfermo con calenturas, le habían llevado al hospital. ¡Al hospital! repitió Isidora saliendo de su letargo. Corrimos al momento al Hospital General, y le encontramos convaleciente.
Comenzaba yo, entre sueños, á reparar en la tan, para mí, inusitada música, y tal vez hubiera conseguido no salir con ella del plácido letargo que me dominaba, cuando la tos, las pisadas y los gritos de mi tío que entraba en la alcoba con el objeto de despertarme, ahuyentaron completamente el sueño que, por ser el de la aurora, es el que más me gusta.
Zaféme con mucho trabajo de tanta multitud de sangrientos cadáveres amontonados, y llegué arrastrando al pié de un naranjo grande que habia á orillas de un arroyo inmediato: allí me caí rendida del susto, del cansancio, del horror, de la desesperacion, y del hambre. En breve mis sentidos postrados se entregáron á un sueño que mas que sosiego era letargo.
El hombre pierde sus sentidos de dolor, aunque no le faltan en su letargo acentos de consuelo.
Despertó al fin de aquello que parecía letargo, y volviendo a mirarse, animose con la reflexión de su buen palmito en el espejo. «Digan lo que quieran, lo mejor que tengo es el entrecejo... Hasta cuando me enfado es bonito... ¿A ver cómo me pongo cuando me enfado? Así, así... ¡Ah, llaman!». El campanillazo de la puerta la obligó a dejar el tocador.
Palabra del Dia
Otros Mirando