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Actualizado: 25 de junio de 2025


Después, en la lejanía de un campo, junto a unos murallones de ladrillo, se alza un tablado, encima del cual, destacando sobre el cielo, se ven cuatro hombres que sientan a otro por fuerza en un banquillo, tras el cual, a manera de respaldo, hay un madero tieso... ¡Qué horrible pesadilla!

La tierra se recoge en un profundo silencio; murmuran los pinos; flota en el aire grato olor de resina. El cascabeleo de un verderol suena precipitado; calla, suena de nuevo. Y en la lejanía el dorado castillo refulge con un postrer destello y desaparece. Anochece. Se oye el traqueteo persistente de un carro; tintinea a intervalos una esquila.

Después del almuerzo, los pasajeros del Goethe oyeron sonar a proa la banda de música, con la lejanía soñolienta que infunde la inmensidad del Océano a todas las vibraciones. Van a vacunar a los de tercera dijo Maltrana, siempre enterado de lo que ocurría en el buque. Estaban aún frente a la isla, costeando sus rugosas montañas, pétreo oleaje de antiguas erupciones llegadas hasta el mar.

Unicamente algunos abetos destacan aquí y allá, entre la nieve de las montañas, sus obeliscos oscuros, como otros tantos monumentos dedicados a la memoria de los muertos... Y de cuando en cuando podéis ver, en la lejanía, algunos viajeros que cruzan precipitadamente la llanura, o peregrinos que oran sobre una tumba. 17 de octubre.

Maqueda es un pueblecillo caduco, con un formidable castillo gualdo, con los restos de una alcazaba y la osamenta de una iglesia arruinada. Desde lo alto del castillo he contemplado el llano inmenso, gris, negruzco, cerrado en la lejanía por una línea azul, surcado, en fulgente meandro, por un riachuelo que corre entre dos estrechas bandas de verdura.

La plaza está desierta; picotean al sol unas gallinas; triscan sobre el tejado del convento los pájaros; en la lejanía, a la derecha, se pierde un camino ancho, bordeado por largos liños de olmos desnudos. Suena lenta una campanada larga, y después otra campanada larga, y después tres campanadas finas y breves... Es mediodía. Regreso a la posada.

Una luz fantástica atravesaba con ráfagas multicolores este mundo de absoluta lobreguez. Era luz animal, producida por los organismos vivientes. En los abismos abisales resultaban muy contados los seres ciegos, contra la opinión del vulgo, que se los imagina á casi todos faltos de ojos por su lejanía del sol.

Y evocaba la tarde en que llegara a la ciudad murmurando los versos melancólicos de "Christine" y la iglesia de Nueva Pompeya flotó suspensa en la lejanía de la sombra violácea. Y nos pondremos de rodillas, Lucía, en esa iglesia. Lo he soñado. Preguntó a Julio si había estado alguna vez en Nueva Pompeya. , el año pasado. Después de una semana de lluvias, el Riachuelo se había desbordado.

Sin embargo, aunque sus reflexiones le llevaban a considerarla lógicamente un ser lleno de falsía y de crueldad, tenía bien luego la sensación de padecer un error profundo. Le asaltaba el pensamiento de que su rencor era vil. Y entonces la imagen de Adriana, transfigurada, resplandecía para él desde una portentosa lejanía.

La tierra uniforme, desnuda, intensamente roja, se aleja en inmensos cuadros labrados, en manchones verdes de sembradura; un suave altozano cierra el horizonte; una fachada blanca refulge al sol en la remota lejanía. Camino por las afueras, bordeando los interminables tapiales de tierra apisonada. Un viejo camina con su borrico, cargado con los cántaros, hacia la fuente. Buenos días le grito.

Palabra del Dia

rigoleto

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