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Actualizado: 15 de junio de 2025
PÁEZ. Y trae su persona acompañada De una bella morisca rebozada. Salen ABINDARRÁEZ y JARIFA, de camino. ABIND. Danos, ilustre Narváez, Los pies a mí y a mi esposa. NARV. Bien vengáis, Jarifa hermosa, Y vos, noble Abindarráez. ABIND. Bien merezco lauro y palma De la merced que recibo, Pues siendo el cuerpo el cautivo, Te vengo a traer el alma.
Yo te entrego la flor de mis amores, mi lauro eterno, mi triunfante palma; te entrego así mi corazón y mi alma pero nunca la cruz de mis dolores. Seca tus negros y divinos ojos, alza tu frente de oriental violeta, mi amor tu senda limpiará de abrojos... ¡Ya eres salva, mujer...! ¡Te ama un poeta! Nació en el arrabal de Tondo, de Manila, en 1876, falleciendo el 12 de Febrero de 1903.
Hasta aquí el dicho Misionero. Pero aunque caminaban por su extrema pobreza, desprevenidos de toda provisión, no por eso Dios Nuestro Señor, por cuya cuenta corría la vida de sus siervos, los abandonaba en tales trabajos, emprendidos por sólo su amor y por el provecho de las almas; antes, cuando era necesario, obraba en su favor milagros, ya librándoles de las furias y saetas de los bárbaros, como muchas veces sucedió al venerable P. Lucas Caballero, ya proveyéndoles de sustento y dándoles vigor y aliento á la naturaleza, en prueba de lo cual escribió el P. Miguel de Yegros al P. Lauro Núñez, provincial á la sazón de esta provincia, cuando él, con el P. Francisco Hervás, fueron el año 1702 á descubrir el río Paraguay.
Hoy sobre el yerto polvo que te cubre Nadie su llanto viene á derramar, Porque proscripto por feroz tirano Moriste lejos del pais natal... Y al estrangero muerto en el destierro Nadie llega su ofrenda á tributar. Jamás escelso circundó tu frente El lauro hermoso que la patria dá, Y que en la sien augusta del poeta Semeja una aureola celestial.
No es este y el de Tirteo, el único lauro guerrero que la poesía puede revindicar para sí. Dando un salto al través de los siglos, trasladémonos á la risueña Italia, que Vd. ha visitado con religioso respeto, segun nos cuenta en sus Viages.
Esto se explica recordando, que en ambas cosas siguió á los novelistas italianos: como dramático no obtuvo el menor lauro, pues ni siquiera se tomó el trabajo de modificarlas con arreglo á las exigencias de su arte. No hay duda que esta novela reune condiciones muy favorables á la acción dramática.
Fabricio, á quien se creía perdido, llega á Roma mientras tanto, y á consecuencia de su semejanza con Lelia, logra sembrar la desunión que ésta desea; porque Clavela nunca ha querido á Lauro, muy al contrario de lo que sucede con el pretendido paje, á quien mira con amor, conceptuándose al fin dichosa cuando Fabricio solicita su mano, obligando á Lauro á buscar otra vez á su antigua amada, que abandona entonces su disfraz.
Desconfiando de los recursos de Enrique IV para resistir, y aun de que en Inglaterra dieran á sus enemigos la atención debida, le instigaba á despertar el espíritu público, temeroso de que les ocurriera lo que á las vírgenes de la parábola del Evangelio, que se acordaron tarde del aceite. El que espera siempre es vencido; de los audaces que atacan es el lauro.
La segur más grácil, para cuando quiera cercenar un lauro o una flor de amor, para el santo muérdago de la vida íntima y para el ensueño de mi corazón; y la más robusta, para las podridas ramas que del árbol la ignominia son; para las raíces de la mala yerba que la gloria roban de la mies en flor, y para los cuellos del halcón y el lobo y el áspid traidor. Mayo, 1914.
Moriste, y en tu lecho de agonía Perdió la patria un lauro divinal Con que adornar su hermosa cabellera En los benditos dias de la paz; Perdió el pueblo la luz que lo guiaría En medio de la negra tempestad, Y lo llevase al linde del camino Que el dedo del Señor marcando está.
Palabra del Dia
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