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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Y el Marqués está con sus curas en el palacio viejo y no puede venir y mandar.... Y se deliberó largamente qué se haría. Hay que salvar a los náufragos dijo el Barón a guisa de chiste. El Magistral, que había salido del salón, se presentó con dos paraguas grandes de aldea, verdes, de percal.
También se puso seria. ¡Es bien extraño! Cuando hubieron comentado largamente el caso, María le propuso entrar. Anda, niño, entra... Me arriesgo mucho, porque si mi hermana se entera me pone de patitas en la calle... y ya ves, me quedaría á la clemencia de Dios... Pero no importa: por todo paso con tal que tú no vayas á tener un disgusto. Mira que ese tío tiene muy malas tripas...
Pero, cuando ésta se encuentra bajo el agua, no tienen defensa, estando además expuestos a las picaduras de las rayas... Por fin, despachados, nos pusimos en movimiento. Empezaba el duro viaje bajo una sensación compleja que mantenía mi espíritu en esa inquietud nerviosa que precede a un examen en la adolescencia, a un duelo en la juventud, a un momento largamente esperado, en todas las edades.
Ambas proposiciones deben probarlas los panteistas: para triunfar en la discusion no basta afirmar; lejos de que ninguna esté debidamente probada, la razon y la experiencia enseñan todo lo contrario. No es necesario repetir aquí lo que llevo expuesto largamente al tratar de la posibilidad y existencia de la ciencia trascendental, así en el órden intelectual absoluto como en el humano.
9 Y un joven llamado Eutico que estaba sentado en una ventana, tomado de un sueño profundo, como Pablo predicaba largamente, postrado del sueño cayó del tercer piso abajo, y fue alzado muerto. 10 Entonces descendió Pablo, y se derribó sobre él, y abrazándole, dijo: No os alborotéis, que aún su alma está en él.
María Ana Camargo usó largamente de aquella libertad de costumbres.
El día se pasó más pronto de lo que hubieran creído; pero la velada, largamente prolongada, tanto temían uno y otro no dormir, les pareció interminable. Por la mañana, estaban de pie al despuntar la aurora. La impaciencia de Mauricio rayaba en el frenesí. Se paseaba á lo largo del estudio como una fiera en la jaula.
En esto, llegaron corriendo, con grita, lililíes y algazara, los de las libreas adonde don Quijote suspenso y atónito estaba, y uno dellos, que era el avisado de Roque, dijo en alta voz a don Quijote: -Bien sea venido a nuestra ciudad el espejo, el farol, la estrella y el norte de toda la caballería andante, donde más largamente se contiene.
Habían entrado en la Colegiata, donde Nieves, después de rezar sus devociones, había visto cuanto era digno de verse y la fue enseñando don Ventura, con su paciencia y amabilidad acostumbradas. Después habían entrado en la botica. Allí descansaron y hablaron largamente.
Se vió tendido al anochecer en los hierbales, esperando al gringo, que después de darle los puñetazos iba á pasar la noche en Asunción. Al tenerle cerca, le disparaba un pistoletazo. Quedaba mal herido el escocés, guardaba cama varias semanas, y luego de restablecerse se iba del país, convencido de que no es prudente tener cuestiones con la gente cobriza. Se miraron largamente los dos hombres.
Palabra del Dia
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