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Actualizado: 4 de junio de 2025
El drama es la forma más elocuente y conmovedora de todas las poéticas, y también la única que en nuestra época se pone en contacto inmediato con el pueblo, y hasta con aquellos que nunca leen libros, estando desterradas de los salones del gran mundo las demás especies poéticas.
Así no es extraño que siempre me produzcan vivo y purísimo alboroto espiritual esas cartas de felicitación que, de cuando en cuando, recibimos los que escribimos para el público. Generalmente son de mujeres, y es lógico que sea así, pues las mujeres leen más que nosotros y en sus almas ardientes y blandas, prontas al entusiasmo, no es difícil suscitar el cosquilleo exquisito de la emoción.
En una carta que con fecha 10 de octubre de 1537 dirigió Carlos V a Pizarro, se leen estos conceptos que vigorizan nuestra afirmación: «Entretanto os llamaréis marqués, como os lo escribo, que, por no saber el nombre que tendrá la tierra que en repartimiento se os dará, no se envía dicho título»; y como hasta la llegada de Vaca de Castro no se habían determinado por la corona las tierras y vasallos que constituirían el marquesado, es claro que don Francisco no fué sino marqués a secas, o marqués sin marquesado, como dijo su hermano Gonzalo.
Sutiles discusiones teológicas y escolásticas se leen al lado de escenas profanas de amor; ángeles y demonios; el Niño Jesús y la Virgen María; santos y figuras simbólicas se ofrecen en las tablas, con reyes, labradores, estudiantes y bufones. Los anacronismos y la inobservancia de los usos y costumbres, se cuentan por millares.
Todos de sala y con larga cola, no de vestidos, sino de disgustos: en unas, porque no fueron invitadas; en las invitadas, porque no debieron serlo muchas «cursis» que lo fueron. Lo propio sucede cuando en el Casino hay veladas artístico-literarias y leen los chicos poetas de la localidad, y tocan el piano las señoritas que lo entienden.
Pero prosigue la especulación belarminiana así como la mayoría de los hombres viven en el diccionario, es decir, en el mundo , sin enterarse de que viven, así también consultan y leen el cosmos es decir, el diccionario , sin enterarse de lo que leen. Vivir es conocer, y conocer es crear, dar un nombre.
Después de referidos los prodigios mencionados con otros más, se leen en la novena las siguientes consideraciones: "¿Qué trabajo nos cuesta el habituarnos a repetir con nuestras invocaciones los dulcísimos nombres de Jesús, María y José?" El poder infernal
Los poetas que gozaban de una posición desahogada, muy particularmente, pasaron gran parte del día mirando caer los copos al través de los cristales de su gabinete, y meditando lindos e ingeniosos símiles de esos que hacen gritar al público en el teatro «¡bravo, bravo!» u obligan a exclamar cuando se leen en un tomo de versos: «¡qué talento tiene este joven!»
Hay hombres que se detienen en un momento de la historia y por nada pasan el límite marcado por su predilección, casi diría por su monomanía. No leen ya, releen, como decía Royer Collard. En ellos es disculpable esa obstinación apasionada; no conocen sino ese mundo, y por tanto, no pueden compararlo al presente.
El soldado licenciado, de retorno a su casa, ha solido traer algún ejemplar del Citador; los periódicos se leen, y no todos son piadosos; y por último, no falta estudiante que vuelve de la universidad inficionado de Krause y hasta de Hegel, y que echa discursos a los rústicos, a ver si los hace panteistas y egoteistas.
Palabra del Dia
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