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Actualizado: 23 de junio de 2025
Mide aquel juguete de mezquita bautizada unos 18 piés de largo sobre 14 ó 15 de ancho, con la altura proporcionada, y es de estilo byzantino-arábigo, con tendencias en algunos detalles á la transicion del primer al segundo período del gracioso arte sarraceno.
¿Subo? preguntó el diputado con angustia, con la entonación del niño que implora un juguete. ¿Para qué? Te aburrirías; seré la misma que aquí. Arriba no hay luna ni naranjos en flor. Es inútil esperar una borrachera como la de aquella noche. Además, no quiero que te vea Beppa.
iv Maximiliano bajó la escalera como la baja uno cuando tiene ocho años y se le ha caído el juguete de la ventana al patio. Llegó sin aliento al portal, y allí dudó si debía tomar a la derecha o a la izquierda de la calle. El corazón le dijo que fuera hacia la calle de San Marcos.
Aturdido, confuso, fuera de sí, el pobre millonario salió haciendo reverencias en todas direcciones y no tardó en encontrarse en su carruaje, sin saber por qué ni cómo. Se golpeaba la frente, se arrancaba los cabellos y se pegaba pellizcos en los brazos para despertarse a sí mismo, por si, como creía, era juguete de un sueño.
Un pensamiento de esta clase ocurriendo en la agitacion causada por las pasiones, produce un efecto semejante al de una palabra juiciosa, incisiva y penetrante, lanzada en medio de una asamblea turbulenta. ¡Cuántas veces se nota que una mirada expresiva cambia el estado del espíritu de uno de los circunstantes, moderando ó ahogando una pasion enardecida! ¿Y qué ha expresado aquella mirada? nada mas que un recuerdo del decoro, una consideracion al lugar ó a las personas, una reconvencion amistosa, una delicada ironía; nada mas que una apelacion al buen sentido del mismo que era juguete de la pasion; y esto ha sido suficiente para que la pasion se amortiguase.
En este ataque de toro furioso quedó detenido por un simple contacto en la frente, un diminuto círculo metálico, una especie de dedal helado que se apoyaba en su piel. Miró... Era un pequeño revólver, un juguete mortífero de relumbrante níquel. Había aparecido en la mano de Freya saliendo del secreto de sus ropas, ó tal vez de aquel bolso de oro cuyo contenido parecía inagotable.
Dámelo... lo tocaré yo... flin flan... ¡Ay!, no sé qué tiene esto... ¡da un gusto oírlo! Parece que alegra toda la casa. Y salió tocando por los pasillos y diciendo a Jacinta: «Bonito juguete... ¿verdad? Ponte la mantilla, que ahora mismo vamos a llevárselo, flin flan...». Final, que viene a ser principio i Quien manda, manda.
O se paraban en la calle las gentes, a ver pasar a los dos recién casados, con la túnica del novio cosida a la de la novia, como para pregonar que estaban juntos en el mundo hasta la muerte; y detrás les corría un chiquitín, arrastrando su carro de juguete.
Pasaron rozando la abandonada galerita, que, oculta bajo su funda de lienzo, sólo mostraba las ruedas, ligeras, amarillas y finas como las de un juguete; y después de asomar su cabeza con cierta zozobra por la puerta de la cuadra, entraron en el antro obscuro y maloliente, recogiéndose las faldas y hundiendo sus elegantes botinas en la blanda y húmeda capa de estiércol.
D.ª Filomena es prima hermana del gobernador de Madrid, y por ahí viene la cosa... ¿Y qué diremos del señor obispo que, sabiendo los servicios que usted ha prestado a la religión en este pueblo, se presta a servir de juguete a una vieja verde? ¡Qué indignidad! ¿No le dije bien a tiempo que no se durmiera en las pajas?... ¡Ah, qué infamia tan grande! ¡Qué infamia! ¡Qué reteinfamia!
Palabra del Dia
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