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Actualizado: 23 de junio de 2025


La enfermedad avanzaba rápidamente; Enriqueta estaba convencida de que iba a morir. Quería verle para implorar su perdón; así lo pedía, con tono de niña caprichosa y enferma que exige un juguete. Hasta el otro, el protector poderoso, dócil a pesar de su omnipotencia, le suplicaba al cura que llevase al hotel al marido de Enriqueta.

Parecía un juguete en manos de gigantes; pero resistía maravillosamente. Con su pequeña vela saltaba con agilidad de ola en ola, como si fuera un barco insumergible, y subía y bajaba por las montañas de agua, intrépida y ágil como una gaviota.

Al contemplar estas formas enteramente vacías, el entendimiento es juguete de visiones fantásticas de cuyo conjunto resulta el espectáculo que ora nos parece de realidad ora de posibilidad, no obstante de que ó es un puro nada, ó si es algo, no puede cerciorarnos jamás de la realidad que posee. De todos le será lícito apelar, ya que comienza recusando al juez á título de incompetencia.

De la índole nativa depende que este crecimiento sea en buen o mal sentido, y es evidente que los colosos del trabajo, así como los grandes criminales, han nutrido su espíritu en una niñez solitaria. El árbol salvaje, juguete de los vientos en deshabitado país, adquiere un vigor notorio.

Un acuerdo del capítulo de la catedral de Gerona, del año 1534, nos ofrece algunos datos de no escasa importancia acerca de las representaciones que se hacían en las iglesias. Ya hemos dicho que los canónigos de esta iglesia solían representar en la mañana de Pascua el juguete dramático, titulado Las tres Marías.

Al despertar de sus pesadillas con el dejo amargo de las malas pasiones satisfechas, Ana se sublevaba contra leyes que no conocía, y pensaba desalentada y agriado el ánimo en la inutilidad de sus esfuerzos, en las contradicciones que llevaba dentro de misma. Parecíale entonces la humanidad compuesto casual que servía de juguete a una divinidad oculta, burlona como un diablo.

Luego, al reanudarse los juegos en la terraza del fumadero, la alemana lo encontró a corta distancia; pero fingía no verla, apartando los ojos cada vez que los suyos iban hacia él. «¡Dios mío! ¡y era posible que sus amores terminasen así!...» Hubo de hacer esfuerzos para no llorar... ¡Y todo por las negativas de ella, por la terquedad infantil de él, que ansiaba su posesión como si pidiese un juguete!...

Pero una falta fundamental de su espíritu echó a perder dotes tan excelsas: Lope fué siempre incapaz de imponer rumbo fijo y permanente a su maravillosa actividad: juguete de la diversidad de impresiones que era susceptible de recoger su espíritu, sin que ninguna se grabara en él de modo permanente, nunca pudo seguir camino alguno con carácter definitivo.

Sin esta última no hay conocimiento; sin conformidad no hay verdad, el conocimiento es una pura ilusion á que nada corresponde, y el entendimiento humano es continuo juguete de vanas apariencias. No puede negarse que hay en este problema dificultades gravísimas, quizás insuperables á la ciencia del hombre mientras vive sobre la tierra.

Semejaba una niña que demanda un juguete que le tienen guardado.

Palabra del Dia

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