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Actualizado: 22 de junio de 2025
Pero esta mañana, en mi casa, lamentándonos de la miseria, hemos visto de pronto la salvación. Tú como único guardián de la catedral, la Virgen en el altar mayor con las joyas que el resto del año se guardan en el Tesoro, y yo con las llaves en mi poder.... El trabajo más fácil del mundo.
Sí... ya sé, del duque de Uceda. ¿Pero cómo el duque de Uceda...? El duque, viste, calza, da joyas y dinero; á más envía todas las mañanas á uno de sus criados con un cestón lleno de lo mejor que se vende en los mercados, para doña Ana de Acuña. ¡Ta! ¡ta! ¡ta! ¿Doña Ana de Acuña se llama la que vive en esa casa? Sí por cierto. ¿Y es querida del duque de Uceda?
Sólo después de las comidas se formaban tertulias en el jardín de invierno; tertulias amistosas, sin rivalidades en el traje ni en las joyas, vistiendo cada cual a su gusto, como gentes preocupadas por una tarea extraordinaria y faltas de tiempo para pensar en el propio adorno. Sólo quedaban horas contadas de viaje: aquel día y parte del siguiente.
No siempre son escuchados estos prudentes consejos. A veces el corazón puede más que la cabeza, y se han visto bailarinas casadas con bailadores. Se dan casos de jóvenes, bellas como la Venus de Anadyomene, renunciar a cien mil francos en joyas por unirse ante el altar con un empleado de dos mil. Otras abandonan a la suerte el cuidado de su porvenir y labran la desesperación de sus familias.
Ora llaman la atencion las preciosas joyas, los encajes, los primorosos abanicos, las esculturas en yeso y madera, las hermosas bandas, las caprichosas polainas, las mantas, capas y chaquetas ó chaquetones de uso popular, los jaeces raros, los pellones de monturas, los bellos tapices y las alpargatas de todas formas; ora se interesa uno en observar las armas de fabricacion indígena, desde la navaja casi microscópica hasta el gran puñal morisco, el sable de estilo toledano y la fabulosa y temible navaja de tres cuartas de longitud que asusta por ámbas extremidades.
Volvió luego su furor contra las juderías, entró en ellas, comenzó á herir i matar cuantos hombres, niños i mujeres se ponian delante de sus ojos, i aun tambien de los que se recataban: hacia presa de las joyas i dineros que hallaba en las casas, i despedazaba en fin lodo aquello que era de judíos.
Abrazóle Anselmo tierna y amorosamente, y agradecióle su ofrecimiento, como si alguna grande merced le hubiera hecho; y quedaron de acuerdo entre los dos que desde otro día siguiente se comenzase la obra; que él le daría lugar y tiempo como a sus solas pudiese hablar a Camila, y asimesmo le daría dineros y joyas que darla y que ofrecerla.
Algunas joyas y chucherías vio, que le parecieron recuerdo o prenda de amores; pero lo que es guano, ni el olor.
Mientras tanto, la señora de Ponce recogía excitada sus joyas y hacía su maleta, como ya otra vez la había hecho en el transcurso de su accidentada existencia.
Dicen unos que estas ciento veintiocho joyas, diseminadas como estrellas en aquellos pórticos, son obra de Berruguete; otros, que de Pier ó Pierino del Bago..... Ello es que no se conoce á punto fijo el autor, cosa muy frecuente cuando se trata de monumentos españoles.
Palabra del Dia
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