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Actualizado: 22 de junio de 2025


Juan no había tenido ocasión de ver aquellas prendas, que pesaban en su bolsillo, y que representaban para él todo un mundo de esperanzas; pero cuando se encontró sólo, arrastró la silla en que estaba sentado, se volvió de espaldas á la puerta para cubrir con su cuerpo las alhajas de la vista de alguno que pudiese entrar de repente, y sacó aquellas joyas.

¡A mi gusto! ¡esto es a mi gusto! decía el maestro de música; y cantó solo el pájaro de las piedras, tan bien como el vivo. ¡Y luego, tan lleno de joyas que relumbraban, lo mismo que los brazaletes, y los joyeles, y los broches!

La de D. Juan 1.º se hizo sin aparato y sin pompa en 1388: pero en cambio su hermano D. Martin en 1399 quiso celebrar la suya con esplendor, siendo tal su empeño, que envió por la espada de Constantino que suponia estar en Palermo, reuniendo además grandes joyas y preséas.

Poldy tomó una resolución extrema, pero, en su caso, bastante justificada. Hizo correr la voz de que había muerto, se casó católicamente con el judío converso, y cambiando, o mejor dicho traduciendo su nombre, se vino a vivir con él a los Estados Unidos. Isidoro se trajo todo el dinero que tenía y no pequeña parte de los preciosos chirimbolos, joyas y antiguallas de su bazar.

Sentóse con negligencia en una silla, levantó un poquito el velo del sombrero y se puso a examinar con distracción las joyas recién llegadas que el dependiente de la tienda fué exhibiendo. Era lo peor que pudo hacer para librarse de las miradas de su adolescente adorador.

Cuando se dice, por ejemplo, el hombre de bien está arrinconado y desatendido y vive pobremente, y tal bribón habita en un palacio y da fiestas espléndidas; la mujer honrada anda a pie por esas calles, llenándose de lodo, y tal manceba va con sedas, encajes y joyas, en un soberbio coche; cuando esto se dice, repito, yo no puedo menos de reírme en vez de conmoverme.

No me extraviéis, no me respondáis. No será muy grande su hermosura, si no enloquece al grande hombre. Los negocios no son para las mujeres: para las mujeres las delicadezas de la vida, la buena casa, la buena mesa, las joyas, las galas, las sedas, las pieles... y el amor. Los cuidados graves, deben quedar para los hombres. Decís bien, cuando los hombres no son torpes.

En efecto dijo el platero , este brazalete es una de las alhajas del aderezo completo que hice para el casamiento de la señora duquesa de Gandía. Pues devolved estos dos brazaletes á la duquesa dijo Jerónimo, que comprendió que era el mejor medio de escapar, y dejando las dos joyas, salió de la tienda y se perdió. El platero llevó al momento las joyas á la duquesa.

Pero abreviemos, estoy en ascuas... quiero verme fuera de aquí cuanto antes. ¿Te negarás ahora á seguirme? No, no, señor... pero no tengo manto... me he dejado arriba en mi aposento, en mi cofre las joyas que vuecencia me dió... Nos espera una silla de manos muy cerca... en cuanto á las joyas no importa... vamos. ¡Ah, señor...! ¡voy á seguiros...! ¡no lo que me sucede! ¡pero no me perdáis...!

»He creido oir entonces á la ciudad diciendo: , soy solo una sombra de lo que fuí algun dia: los que me levantaron estan para siempre proscritos, las joyas con que me engalanaron han sido entregadas al hierro y al fuego de mis enemigos, los vestidos que me dieron han sido desgarrados por el acero de los que ofendí con mis miradas.

Palabra del Dia

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