Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 4 de mayo de 2025


Un domingo, cuando Morales, sentado en la orilla, terminaba de fumar un cigarro paraguayo, que hacía caer por las comisuras de sus labios dos chorros de zumo negro, Jaramillo se echó al río. Morales, por estar en alto, pudo ver algo obscuro y enorme que se deslizaba entre dos aguas con la velocidad de un torpedo, viniendo en ángulo recto al encuentro del nadador.

Al encontrar el doctor varias veces á Jaramillo inmóvil en la puerta de su casa, mirando desde el otro lado de la cancela al famoso pájaro, le había hecho pasar para mostrárselo de cerca. ¡Qué joya! ¿eh?... decia con orgullo . Me cuesta más oro que pesa. Es una verdadera casualidad tener uno vivo.

Siempre que Jaramillo se lanzaba a nadar, Morales, por un recuerdo de su antigua amistad, le hacía la misma recomendación: ¡Cuidado con «el Tatita»! El otro se alejaba, braceando alegremente, hacia el centro del río, en busca de las aguas profundas. ¡El cuidado que podía inspirarle un yacaré más viejo que las Américas!...

Era imposible matar á Jaramillo mientras guardase su talismán, la bolsita con plumas de caburé, que le hacía invulnerable. Y el déspota, animado por la resignación fatalista de Morales, extremó sus audacias. Un día lo abofeteó porque no le obedecía con rapidez, y al salir indemne de este atrevimiento, repitió á todas horas sus atropellos.

Se miraron fijamente, lo mismo que si fuesen á entablar un combate. Los ojos redondos del animal, unos ojos de oro con una cuenta negra en el centro, contemplaron al hombre ferozmente. Luego parpadearon, como vencidos por la mirada humana. Jaramillo no quiso perder tiempo. Con una contorsión de muñeca arrancó el candado de la jaula.

El pájaro, viendo la jaula abierta, saltó fuera de ella como si pretendiese perseguir á su enemigo; pero después torció de rumbo, subiéndose al alero del tejado para desaparecer finalmente. Jaramillo descorrió el cerrojo de la cancela, saliendo á la calle. Allí le esperaba su fiel Morales.

Los dos camaradas corrieron hacia el muelle, doblando el cuerpo para hacerse más pequeños ante las balas con que los perseguía el enemigo. Otros siguieron defendiéndose rudamente á sus espaldas. Llegaron al puerto á tiempo para ver cómo uno de los vaporcitos huía río arriba, perdiéndose en la noche, y cómo el otro empezaba á apartarse del muelle de madera. Esto no extrañó á Jaramillo.

Desde aquella tarde cambió radicalmente la vida de los dos. Jaramillo tuvo que ir en busca de un curandero amigo de su padre. Su dedo herido se había puesto negro, y era preciso cortarlo para que la podredumbre venenosa no le llegase al corazón. El mago indígena afiló en una piedra el mismo cuchillo de que se servía para rascarle el barro á su caballejo y para partir el pan.

Irritado Morales, habló de su infortunado camarada Jaramillo, del doctor germánico, del caburé, del caimán «el Abuelo»; contó toda su historia, sin que el otro cambiase de actitud. El mestizo se puso de pie. Podía el gringo dudar de las virtudes de su madre, si gustaba de ello; por eso no dejarían de ser amigos. En realidad, él no estaba seguro de quién había sido su padre.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando