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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Llovían las balas en torno de su persona, pero ni una sola lograba tocarle. No gastes tus cartuchos, hermano continuó Jaramillo, con una expresión fatalista . Ese hombre posee un talismán, un payé que le hace invulnerable como el diablo.... ¿Quién sabe si lleva en el pecho alguna pluma de caburé? Morales cesó de disparar. Tenía una ciega confianza en la sabiduría de su compañero.
Las serpientes, por ser del país, no pueden entender el español, lengua de Buenos Aires. Y ahora terminó con melancolía Jaramillo tendré que esperar hasta, el próximo Viernes Santo. De pronto empezó á hacer frecuentes viajes á Asunción, la capital del Paraguay. Su amigo, alarmado por estas ausencias, le obligó á confesar la causa. Lo he visto dijo Jaramillo misteriosamente.
Pero aunque Jaramillo no había frecuentado la escuela, sabía que tres son más que dos, y estaba seguro de que, conservando las tres plumas, su poder resultaría más grande. Además, no podía admitir que Morales, luego de conservar sus dedos completos, quisiera igualarse con él. Le gustaba tenerlo bajo el imperio de su superioridad. Y efectivamente, Morales empezó á sentirse esclavo.
Además, conocía desde su niñez el poder de una pluma de caburé. ¡Viva el partido blanco! ¡Abajo Sepúlveda! ¡Mueran los colorados! Era el refuerzo enemigo que llegaba. Sonaron nuevos tiros en el fondo de las calles. Pasada la primera sorpresa, acudían las otras fuerzas del gobierno en socorro del cuartel. Esto se acabó. Hay que retirarse dijo Jaramillo.
Desembarcando á la hora de la siesta, habrían entrado por las calles sin que nadie los viese, lo mismo que á través de una ciudad muerta; habrían sorprendido el cuartel, matando á la guardia, que seguramente estaría tendida á la sombra y roncando. Es una locura continuó Jaramillo intentar ataques de noche en un país como el nuestro. No hay mas que acordarse de lo que pasa en la selva.
Al registrarlo en presencia del juez, encontraron que debajo de sus ropas llevaba el cuerpo cubierto de plumas de avestruz. Jaramillo hacía lo mismo. Era un secreto de su padre el brujo; el mejor medio para vencer en agilidad á los enemigos. Le dió rabia ver cómo reía el juez ante tal descubrimiento.
Luego escupía un gusano, una piedra, una culebra pequeña ó una araña. Era la enfermedad que acababa de sacarles del cuerpo.... Algunos se morían; pero era porque les faltaba paciencia para esperar la curación y llamaban al médico. El mejor de sus secretos insinuaba Jaramillo es el que cura la mordedura de las víboras. Me lo reveló poco antes de morir.
¡Quién tuviera una pluma de caburé, para ser invulnerable y por lo mismo el hombre más valeroso de la tierra!... Hasta el mismo Jaramillo padre, con toda su sabiduría, no había conseguido ver nunca un caburé en sus manos. Era muy difícil apoderarse de él. Por esto repitió el hijo, con una expresión de orgullo: Lo he visto: como te veo á ti.
«¿A qué no se atreverá, llevando en el pecho lo que lleva?», se decía Morales con envidia. Ni los hombres ni las fieras podían inspirar miedo á Jaramillo. En una taberna del campo se batió con cinco paraguayos de los más bravos, resultando ileso y vencedor.
La amputación fué dolorosa; pero á Jaramillo le bastaba mirar la bolsita que llevaba pendiente sobre el pecho, con las plumas del caburé dentro, para recobrar su valor. Bien podía sufrirse un poco á cambio de tan poderoso talismán. Morales estaba triste y hablaba con timidez, como el que desea hacer una petición y no se atreve, midiendo su importancia. Al fin se decidió.
Palabra del Dia
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