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Actualizado: 16 de junio de 2025


Temblaban de miedo al entrar en ciertas gargantas en cuya oscuridad brillaba el fogonazo y silbaba la bala, al no obedecer ellos al ¡boca abajo! de los guardias emboscados. Algunos compañeros habían muerto en estos malos pasos. Además, los enemigos se vengaban de las largas esperas al acecho y de la inquietud que les inspiraban los caballistas, dando tremendas palizas a los de a pie.

Yo me he dicho: «¿Por qué mi propio genio no es más que una ruina? ¿Por qué la naturaleza, que yo encontraba tan hermosa, se ha marchitado con el tiempo? ¿Por qué no poseo ya ese poder creador, esa delicadeza exquisita, esa flor de sentimiento que inspiraban mis primeras obras? Ahora mis lápices son fríos, mis telas inanimadas, y mi alma se ha extinguido en los dolores.

Calmada la zozobra que inspiraban los amagos filibusteros, don Francisco se contrajo al arreglo de la hacienda pública, dictó sabias ordenanzas para los minerales de Potosí v Huancavelica, y en 20 de diciembre de 1619 erigió el tribunal del Consulado de Comercio.

Otro motivo del terror que el teatro y los sitios públicos le inspiraban era encontrar caras conocidas, y este recelo la tenía como azorada y sobre ascuas durante la función. En la casa se hallaba muy bien. Había tenido seguramente en su vida temporadas de mayor felicidad, pero no de tan blando sosiego.

Continuaba visitando al mayorazgo de vez en cuando, pero huía de toda conversación metafísica. La salud de D. Álvaro empeoraba a ojos vistas desde la llegada y súbita partida de su esposa. Su tristeza, su estado miserable le inspiraban cada día más compasión. El horror que antes sentía hacia él había desaparecido.

Los hijos de don Salvador, unos ricachos tan avaros como su padre, creyéronse sumidos en la miseria porque el pedazo de tierra permanecía improductivo. Un labrador habitante en otro distrito de la huerta, hombre que las echaba de guapo y nunca tenía bastante tierra, sintióse tentado por el bajo precio del arrendamiento y apechugó con unos campos que á todos inspiraban miedo.

Su ingreso en la familia de Madariaga sirvió para que éste atendiese con menos interés á sus negocios. Tiraba de él la ciudad, con la atracción de los encantos no conocidos. Hablaba con desprecio de las mujeres del campo, chinas mal lavadas, que le inspiraban ahora repugnancia.

No: era una prenda híbrida, un arreglo del ruso al español, un cubrepersona de corte no muy conforme con el usual patrón. Ello es que su pañuelo rojo, sus lágrimas acabadas de secar, su gabán raído y de muy difícil calificación en indumentaria, su agraciado rostro, su ademán de resignación, sus botas mayores que los pies y ya entradas en días, inspiraban lástima.

Dios, que envía los peligros al hombre de mar, sabe que sus malas palabras carecen de malicia. Su religiosidad se extendía á las profundidades. Nada quería decir de los peces del Océano. Le inspiraban la misma indiferencia que aquellos buques fríos y sin perfume que ignoraban el aceite y todo lo guisaban con «pomada». Debían ser herejes.

Su resolución de romper con ella, maduraba más cada día: aunque Dorotea prefiriese á Lope, no se oponía decidida y abiertamente á las pretensiones de Don Vela, y sus relaciones con éste inspiraban, cuando menos, á su amante celosas dudas; añádanse á esto muchos disgustos insignificantes, y, por último, el influjo del amor á Marfisa, que se despertó de nuevo en el corazón de Lope, puesto que hacía largo tiempo que le había dado las más tiernas pruebas de afecto.

Palabra del Dia

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