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Así debían oler las emperatrices, así debía ser el contacto de su epidermis. Estremecimientos misteriosos é incomprensibles atravesaban su cuerpo como ligeros vapores, como débiles burbujas del légamo que duerme en el fondo de toda infancia y se remonta á la superficie con las fermentaciones de la juventud. Su padre adivinaba una parte de esta vida imaginativa al ver sus juegos y lecturas.

Era imposible que habiendo vivido en el lujo desde su infancia, María Teresa se mostrase tan indiferente por la pérdida de su fortuna. Y de inducción en inducción, Huberto se convenció de la verdad de las hipótesis sugeridas por su egoísmo desconfiado. No pisaré la trampa se dijo.

Día memorable fue para Juan Pablo aquel en que tropezó con un cierto amigote de la infancia, camarada suyo en San Isidro. El amigo era diputado de los que llamaban cimbros, y Juan Pablo, que era hombre de mucha labia, le encareció tanto su aburrimiento de la vida comercial y lo bien dispuesto que estaba para la administrativa, que el otro se lo creyó, y hágote empleado.

Así como en la infancia se refugiaba dentro de su fantasía para huir de la prosaica y necia persecución de doña Camila, ya adolescente se encerraba también dentro de su cerebro para compensar las humillaciones y tristezas que sufría su espíritu. No osaba ya oponer los impulsos propios a lo que creía conjuración de todos los necios del mundo, pero a sus solas se desquitaba.

Tu infortunado rey vivia en una eterna infancia ageno de los negocios del gobierno: no ejercia su imperio sino sobre las flores de su jardin, sobre el corazon de sus esclavas. Muerto Almanzor, tuvo que entregarse en brazos de otro hadjib; murió este segundo hadjib, y tuvo que entregarse en brazos de un tercero. Pertenecieron los tres á una familia; pero no todos le fueron igualmente fieles.

Seguía el pimentón molido, que sirve para pintar la comida del pueblo, y luego los cañamones, de que se sustentan los pajarillos presos. El espliego se daba la mano con los estropajos, y no faltaban algunas resmas de papel picado con que las cocineras adornan los vasares. Entre tanta chuchería, Isidora encontró otro antiguo conocido, otra amistad de su infancia.

Los recuerdos de mi infancia están estrechamente ligados con la Hacienda de San Isidro Labrador, en donde residíamos la mayor parte del año.

¡Ah!... ¡Soy una monada!... contestó éste riendo de nuevo como lo había hecho durante todo el diálogo sostenido con su amigo de la infancia Ricardo Merrick, cuyo estado moral combatía desde algunos meses, como combatía también el de otro amigo, Lorenzo Fraga, con quien conservaba desde la escuela un hondo afecto, realmente fraternal.

Ignoro qué destino nos estará reservado; pero sea el que quiera el mío, juro que nada en el mundo me hará olvidar los amigos de mi infancia. »Y nosotros juramos lo mismo exclamaron los dos a la vez, extendiendo hacia sus manos, que tenían estrechamente unidas.

El hábito contraído desde la infancia de andar a caballo es un nuevo estímulo para dejar la casa. Los niños tienen el deber de echar caballos al corral apenas sale el sol, y todos los varones, hasta los pequeñuelos, ensillan su caballo, aunque no sepan qué hacerse.