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Actualizado: 11 de julio de 2025
Se vio allí bien claro, cual vestigio honroso conservado sólo por indulgencia del tiempo. «Todo envejece pensó , y cuando las piedras se gastan, ¡cómo no ha de gastarse el cuerpo del hombre!». Y los síntomas de decadencia aumentaban con rapidez aterradora. Dos días después notó Feijoo que no oía bien.
No quiero decir con esto, que no haya vuelto a cometer necedades desde entonces, ¡oh, no! eso sucedía aún, bastante a menudo, pero logré volverme seria y adquirir un sosiego relativo. Por otra parte, si mi tío me había reprendido había sido en previsión del porvenir, porque entonces me hallaba en un medio social en el que mis acciones y palabras eran juzgadas con la mayor indulgencia.
Adiós, Mariano. Recibe con indulgencia este libro, y recibe también un abrazo fraternal de tu paisano, amigo y compañero de viaje, Madrid, 18 de Enero de 1883. La carretera es buena por lo general, y en ningún paraje peligrosa.
Hermana Penchang estaba allí para comprar un anillo de brillantes que tenía prometido á la Virgen de Antipolo: á Julî la había dejado en casa aprendiendo de memoria un librito que le había vendido el cura por dos cuartos, con cuarenta días de indulgencia concedidos por el arzobispo para todo el que lo leyere ú oyere leer.
Ahora, pues, previa tu indulgencia por estas digresiones, y suponiéndote orientado en el terreno de nuestros personajes, voy á tratar del verdadero asunto de mi cuadro. Hace pocos días empezó á llamarme la atención el aspecto que presentaba la casuca de enfrente. La buhardilla del Tuerto apenas se abría, ni en ella se escuchaban las risas, los lloros y los golpes de costumbre.
Rosalía no las hubiera oído quizás con gusto si no le inspirara indulgencia la consideración de que las merecía muy bien y de que en cierto modo la sociedad tenía con ella deudas de homenaje, que hasta entonces no le habían sido pagadas en ninguna forma. Venía a ser Pez, en buena ley, el desagraviador de ella, el que en nombre de la sociedad le pagaba olvidados tributos.
Todos los novios eran lo mismo; iguales los aldeanos que los señoritos; alguna diferencia en las palabras, y nada más. Sólo sabían decirse tonterías, poniendo en sus voces tanta solemnidad, como si la existencia del mundo dependiese de lo que se dijeran. ¡Ah la juventud!... Y seguía sonriendo con indulgencia de veterano ante el entusiasmo de los dos jóvenes.
Llegamos al Banco, atravesamos unos pasillos, penetramos en el salon donde se paga ... ¡Santísimo Sacramento! ¡Esto no es un Banco; esto es un mar de oro. Pero perdóname, lector: me es imposible terminar hoy la larga reseña de este día. Encomendándome á tu indulgencia, te envio á mañana. Día vigésimo segundo Banco de Francia. Consideraciones. Comida, Ocurrencia graciosa de un menestral.
Si se quiere conocer el mayor número posible de pueblos, para poderlos comparar y deducir de su comparacion alguna enseñanza provechosa, es preciso contentarse con rápidas excursiones, hechas, por lo general, en ferrocarril ó á la vapor. Por eso mis narraciones se reducen modestamente á meras impresiones, que en todo caso reclaman la indulgencia del lector.
Se multiplicó para dar testimonios de alegría. Sí, una enemistad antigua, había terminado. La boda de aquellos queridos hijos había sido la ocasión de perdonar las injurias. El señor Roussel había llegado con los brazos abiertos pidiendo que todo se olvidase y ella no había creído que debía negarse á la indulgencia. Tal conducta no hubiera sido propia de una mujer ni de una cristiana.
Palabra del Dia
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