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El asombro y placer por el pronto triunfo de su artificio; la satisfacción de ver confirmadas sus sospechas; un nuevo sentimiento de curiosidad causado por la soberbia jactancia de la reo; un sentimiento de compasión que secretamente y casi mal de su grado lo inclinaba a la indulgencia en el momento en que la confesión y la jactancia habrían debido hacerle más severo, embargaban a la vez su espíritu.

¿No le gusta a usted, Elena? ¿Qué quiere usted que le diga? Apenas la conozco... No es más que una chiquilla... Si usted quisiera ocuparse de ella con un poco de indulgencia, la sociedad de usted podría serle muy provechosa. Luciana hizo un gesto que no fue de entusiasmo. No sabría qué decirle... Es imposible encontrar dos naturalezas más opuestas que la de la hija de Lacante y la mía.

Le la mano, y él la retuvo en las suyas y me dijo en tono de reproche: ¿Por qué huye usted de ? Hace un mes que no encuentro medio de hablarla. Ya sabe usted que el cuidado de mi padre ocupa todo mi tiempo. ¿Está solo en este momento? Están con él los Marqueses de Oreve. Entonces no hay sitio para y debo marcharme, a no ser que usted tenga la indulgencia de hacerme quedar.

No hay falta, por grande que sea, que no pueda corregirse dijo Salomé, mirando con sublime protección al desdichado Lázaro, á quien parecieron aquellas palabras el colmo de la generosidad. Efectivamente dijo Paz en tono de enfática indulgencia. Hay faltas tan enormes, que por su misma enormidad necesitan indulgencia.

Todavía no ha llegado para la hora de la indulgencia; tengo antes que condenar y que castigar... ¿Estás seguro de lograrlo? Los culpables no pueden escapar; los tengo en mis manos. Me basta presentarme para confundirlos. Su única seguridad consiste en el convencimiento de que no volveré más. Pero si conozco sus crímenes, no las razones que tuvieron para cometerlos.

Si nuestro deber nos obliga á señalar los defectos capitales de Virués, es justo añadir también en su honor, que, á pesar de los incomprensibles absurdos, á que lo arrastraba una falsa idea del arte ó la indulgencia consigo mismo, revela talento no común, que, mejor dirigido y habiendo imitado modelos más perfectos, hubiese dado, sin duda, resultados más provechosos.

Mucho agradecía esto el joven, y juzgando por mismo, creía que la indulgencia de doña Lupe se derivaba de un afecto, cuando en rigor provenía de esa imperiosa necesidad que sienten los humanos de ejercitar y poner en funciones toda facultad grande que poseen.

No parece sino que la excesiva indulgencia de usted para conmigo ha hecho cundir aquí mi fama de hombre de consejo: paso por un pozo de ciencia; todos me refieren sus cuitas y me piden que les muestre el camino que deben seguir.

Ese era su sistema con los arrendatarios; los dejaba atrasarse en sus pagos, descuidar las cercas, reducir su material y su ganado, vender la paja y hacer todo lo que no debían; después, cuando estaba escaso de dinero a causa de su indulgencia, tomaba contra ellos las medidas más severas y se volvía sordo ante sus súplicas.

En lo tocante a indulgencia con pasiones y goces, echaba la zancadilla al de nuestro famoso Padre Miguel de Molinos, no siendo menester la mortificación y la penitencia para que el alma se uniese con lo infinito, sino más bien absolver en ella toda la hermosura, todo el deleite y todo el bien de las cosas creadas. El libro titulado El habla de los pájaros, fue precursor de esta doctrina.