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Actualizado: 3 de junio de 2025
Si todos los sentimientos que elevan y ennoblecen el alma cegaban al duque, todos los impulsos buenos y puros del corazón cegaban a Stein con respecto a María. ¡Cuál sería, pues, su asombro al verla sin mantilla, sentada a la mesa en un taburete, teniendo a sus pies una silla baja, en que estaba Pepe Vera, que tenía una guitarra en la mano y cantaba: Una mujer andaluza tiene en sus ojos el sol; una aurora en su sonrisa, y el paraíso en su amor.
La Virgen tenía una corona de hierro, en cuyos picos debió de haberse enredado una cometa de algún chico de la vecindad, pues un jirón de papel, todavía suspendido junto al cuerpo de la sagrada estatua, a impulsos del viento se movía. El papelejo fué lo que a mí me pareció un brazo que se movía y una mano que me llamaba.
Tal vez a impulsos del próximo parentesco se decidiese a regalarle una de aquellas joyas. Puede ser que Margalida le quiera, y entonces el Ferrer me dé una de sus pistolas. ¿Usted qué cree, don Jaime?...
Los animales del patio callaron medrosos, ocultándose en lo más profundo de sus viviendas. Pareció que se inmovilizaba la vida en todo el barrio. A impulsos del dolor, el mestizo había arrojado al caburé contra el suelo de la jaula, huyendo luego hacia la calle.
Conservo a mi único varón, cuando tantos otros padres han perdido los suyos. Su salud se modifica de continuo, tanto, que puede decirse ya que está del todo restablecido. Todo lo que os pido, Dios mío, es que le hagáis un buen cristiano. Combato, por mi parte, todo lo que puedo, todos los impulsos que la ambición pretende encender en mi pecho; todo esto que pido es en bien de mi hijo, de su alma.
Únicamente Antoñita por su gracia atractiva y por la animación de su carácter, podía alegar derechos a compartir con ella su trono. Para que nada faltara, los primeros acordes de la orquesta produjeron en Magdalena un efecto magnético, haciéndole recobrar el color y la sonrisa y reavivando a impulsos de su mágica influencia aquellas fuerzas que momentos antes parecían agotadas.
Tú eres el honor castellano: aquel honor tradicional y bárbaro, más cruel y funesto que la misma deshonra; Un honor teatral, cuyos impulsos no arrancan nunca de los sentimientos humanos, sino del miedo al qué dirán, del deseo de aparecer muy grande y muy digno a los ojos de los demás antes que a los de la propia conciencia.
Era sin duda a impulsos del miedo que acababa de pasar... Y acogiendo esta muda amabilidad con desdeñosa altivez, siguió adelante, sin responder al saludo. La gloria salió a su encuentro. Le rodearon las gentes en la cubierta, mostrando gran interés por su salud. Hasta las damas menos comunicativas le pedían noticias.
Pero de repente, sin saber cómo ni por qué, todo se le volvía del revés allá en las cavidades desconocidas de su espíritu, y la conciencia se le presentaba limpia, clara y firme. Juzgábase entonces sin culpa alguna, inocente de todo el mal causado, como el que obra a impulsos de un mandato extraño y superior. «Si yo no soy mala pensaba . ¿Qué tengo yo de malo aquí entre mí? Pues nada».
A impulsos de la savia de su energía, agitan las palmeras sus verdes plumas; mientras allá, en la selva fresca y sombría, van flotando calladas las densas brumas. Como alígeras flores de oro y zafiro llevadas por el hálito de auras sutiles, los insectos se esparcen con manso giro a libar la ambrosía de los pensiles.
Palabra del Dia
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