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¿Habéis visto el ciervo, bergantes? preguntó imperiosamente un caballero de la escolta. Si lo habéis espantado y hecho desviar os cuesta las orejas. Pasó entre aquellos dos árboles, señaló Roger, y los perros le seguían de cerca.

Algunas veces, al encontrar en la calle a obreros despedidos de sus bodegas, indignábase porque no le saludaban. «¡! decía imperiosamente; aunque no estés en mi casa, tu deber es saludarme siempre, porque fui tu amo».

Sevilla, que es la primera de Andalucía y la segunda de España, reclamaba imperiosamente un edificio de esta clase que por su belleza, proporciones y magnificencia pudiese contener con decoro y comodidad al público que asiste á estas representaciones.

No señor; no señor.... Es capaz de morirse el pequeño.... He oído que el vino es un veneno para las criaturas.... Lo que tendrá será hambre. Sabel, que coma el chiquillo ordenó imperiosamente el marqués, dirigiéndose a la criada.

En que las otras están llenas de cosas monstruosas, irracionales respondió imperiosamente el clérigo, en que sólo la religión del Crucificado llena todas las aspiraciones de nuestro sentimiento y nuestra razón. ¡Tenga usted cuidado, señor excusador! exclamó el mayorazgo soltando una alegre carcajada que está usted haciendo depender la verdad revelada del aserto de la razón, que está usted proclamando la supremacía de ésta, lo cual es una proposición herética. ¿Cómo? ¿cómo? preguntó aturdido el sacerdotePero Montesinos cambió la conversación bruscamente.

Ahora hay una mendicidad prohibida, una mendicidad afrentada; pero los pueblos, como los individuos, no pueden vivir sin su genio particular, y aquella ley, de puro ornato, de adobo y no otra cosa, era necesaria para dar á ese pueblo el relumbron que imperiosamente necesita el genio francés. ¡Pecador de ! Ahora me explico yo por qué los franceses son tan aficionados á la luz eléctrica.

Doña Pepita le puso a Zalacaín delante de su hijo como un salvador, como un héroe. Al día siguiente, Rosita y su madre iban a San Sebastián, para marcharse desde allí a Logroño. Les acompañó Martín y su despedida fué muy afectuosa. Doña Pepita le abrazó y Rosita le estrechó la mano varias veces y le dijo imperiosamente: Vaya usted a vernos. , ya iré. Pero que sea de veras.

Tápense bien, que hace mucho frío... ¡Hasta mañana, señoritos! Fernando se conmovió con las palabras de la buena mujer. ¡Cuándo sería ese mañana!... Mañana vendría su viejo criado a levantar la casa, a llevarse aquellos muebles que él le regalaba para evitar la profanación de una venta. Ella, al dar algunos pasos en la calle, se detuvo y ordenó imperiosamente: ¡Escupe!...

Y Dupont el mayor acogía con sonrisa benévola las palabras de su primo, mientras enumeraba las excelencias de cada vino famoso. El encargado de la bodega, rígido como un soldado, se colocaba ante los toneles con dos copas en una mano y en la otra la avenencia, una varilla de hierro rematada por un estrecho cazo. ¡Saca, Juanito! ordenaba imperiosamente el amo.

El ladron roba, el liviano se desmanda, el pendenciero riñe, cuando se presenta la oportunidad, estimulando la pasion; que si estuviesen abandonados de continuo á sus malas inclinaciones, serian verdaderos monstruos, su crímen degeneraria en demencia; y entónces el decoro y buen órden de la sociedad reclamarian imperiosamente que se los apartase del trato de sus semejantes.