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Actualizado: 17 de julio de 2025
¿Con quién dice usted que me caso? preguntó prontamente. ¿Cómo? dijo sonriendo Jacinto. ¿Querría usted negarlo?... Si aquí los diarios ya dieron la noticia, y se le esperaba a usted... Rabiando de impaciencia: ¿Me dirá usted quién es esa Coca? vociferó el capitán.
Yo escuchaba con afectada atención, pero el severo D. Oscar comenzó a dar señales de impaciencia y concluyó por decir: Bueno, doña Tula; ya le irá usted dando esas noticias poco a poco, pues de una vez todas no es fácil que las retenga. Verdad, don Oscar, verdad. Tiene usted mucha razón. ¡Como soy tan polvorilla!... Lo mismo era mi difunto.
Cada vez que huían sus ojos del papel, encontraban una sombra en la ventana. Era Nélida que se aproximaba con su sonrisa audaz, sin miedo a la curiosidad de las gentes. Tosía para indicar su impaciencia; movía los labios, adivinándose en ellos las mudas palabras de admirativa pasión: «¡Dueño mío... viejo... mi negro!». Inútiles estos llamamientos.
ELECTRA. Me muero de impaciencia. PATROS. Dentro, señor. MARQU
Cuando mi niño sea diputado le decía la madre en sus raros arrebatos de expansión cariñosa como es tan guapo, se lo disputarán las chicas y se casará con una millonaria. Y esperando con impaciencia esta edad, iba transcurriendo la vida de Rafael, sin alteración alguna; una existencia de aspirante, seguro de su destino, que aguarda el paso del tiempo para entrar en la vida.
Mi impaciencia es grande, pero sé refrenar mi impaciencia cuando se trata de mi felicidad de toda la vida, y, sobre todo, de la de usted, que me es mil veces más cara.
Pero, desgraciadamente, hacía ya mucho tiempo que le adornaban estas buenas cualidades... porque tenía 67 años, con un aditamento de varias heridas y reumatismo, a lo que había que agregar la gota con todas sus prerrogativas, es decir, la impaciencia, la acritud y un humor endiablado: fuera de esto, era extremadamente amable siempre que no estaba enfermo... y solía estarlo diez meses al año.
Siempre es triste dije al ver que vacilaba para continuar perder a los, que... No diga usted vulgaridades, mi buen amigo me interrumpió con un gesto de impaciencia. Apenas conocía a esa señora, a la que puede que no haya visto seis veces en mi vida. La muerte de esa respetable persona no me causaría, pues, ningún pesar particular... Preciso es que todo acabe, ¿verdad?
Aguardaba al señor de Couprat con impaciencia, para observarlo con ojos que comenzaban a ver claro. Generalmente llegaba muy tarde, en compañía de tres o cuatro jóvenes que componían la alta sociedad a la moda de la región.
El gitano bostezaba formidablemente, y esperaba la hora del suplicio con tanta impaciencia como el hombre que tiene mucho sueño y desea tenderse en su cama. Sin embargo, faltaban aún diez y siete horas. Los monjes cesaron de cantar, porque la voz se fatiga; el verdugo se levantó, porque la presión del pavimento sobre las rótulas es bastante dolorosa.
Palabra del Dia
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