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Los convidados peregrinos ya hemos dicho que acuden de lejos cruzando los aires. Otros, que no peregrinan, despiertan de prolongado sueño, se revisten de sus vestimentas más ricas, y acuden también. Todos, como buenos vasallos, procuran imitar a los príncipes. Y como los príncipes están enamorados y van a casarse, todos se enamoran y se casan.

No es probable que los Filipinos, que habitaban diferentes provincias, y hablaban distintos dialectos, hicieran todos semejante modificacion solo por imitar los españoles y que este deseo de imitar se limitara en todos ellos á la direccion solamente y no á la forma misma de las letras, en una palabra, á la escritura de las lenguas novolatinas.

Y era que cuál sería mejor y le estaría más a cuento: imitar a Roldán en las locuras desaforadas que hizo, o Amadís en las malencónicas.

Otro menos seguro de su propia fuerza se hubiese prendado del modo de ver o la manera de ejecutar de alguno de aquellos pintores que llenaban con su gloria Venecia, Florencia y Roma: él se modifica progresando sin imitar a nadie, sin perder uno solo de los caracteres que desde un principio forman su personalidad.

Poseía asimismo una imaginación fecunda y audaz para toda clase de farsas divertidas y talento especial para imitar la voz, el gesto y el modo de andar de cualquier persona. Corría y brincaba con agilidad pasmosa, a pesar de su obesidad bien pronunciada.

Todo menos eso respondió D. Acisclo . No me llama Dios por ese camino, y cualquier otro estado es bueno para servirle. Eso es indudable dijo entonces doña Luz . Yo no he creído nunca que a V. le pudiese entrar la manía de imitar a los solitarios penitentes; pero he pensado, como mis amigos, que usted medita y prepara, desde hace días, un cambio en su manera de ser y de vivir.

Era una voz algo gangosa, si bien se conocía que salía así, más que por ser natural, por la voluntad de parecerse e imitar las voces de las mujeres del pueblo. Dicen que me andas quitando la honra, y no por qué. ¡Bueno! gritó Suárez aprovechando la pausa. ¿Para qué enturbias el agua que has de venir a beber? ¡Bravo! grité yo. ¡Olé! dijeron los demás.

Si creyésemos que se saca de él enseñanza, tendríamos que imitar á Platón y desterrar á los poetas de nuestra República. Por dicha, los poetas no valen por lo que dicen, sino por la elegancia, primor y entusiasmo con que lo dicen.

Ha habido muchos que, por no haber sabido templar ni mezclar a propósito lo útil con lo dulce, han dado con todo su molesto trabajo en tierra, pues no pudiendo imitar a Diógenes en lo filósofo y docto, atrevida, por no decir licenciosa y desalumbradamente, le pretenden imitar en lo cínico, entregándose a maldicientes, inventando casos que no pasaron, para hacer capaz al vicio que tocan de su áspera reprehensión, y por ventura descubren caminos para seguirle, hasta entonces ignorados, con que vienen a quedar, si no reprehensores, a lo menos maestros dél.

Esperemos que Dios, con su infinita bondad y misericordia, suscite pronto en Cuba un caudillo, sea quien sea, que logre estar no menos acertado como general en jefe, que Cirujeda como comandante, y todo terminará pronto y bien, sin imitar á Agatocles, y sin imitar tampoco al cura de Gavia.