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Actualizado: 26 de octubre de 2025


Sus atenciones, sus frases de cariño eran exageradas unas veces: quería borrar con ellas el pensamiento que claramente leía en los ojos de aquélla. Otras veces, imaginando que podrían servir para que sospechase de su sinceridad, las atajaba de golpe y tomaba una actitud indiferente y fría.

Y más tarde no quería pensar cuándo , lo casaría con una mujer que fuera de su agrado; su nacimiento obscuro iba á realzarse con la seducción de una riqueza enorme... Pero el mundo se desplomaba de pronto en una demencia furiosa, y este príncipe de la suerte, cuya madre había conferenciado tantas veces con su jefe de cocina, imaginando sorpresas gastronómicas dedicadas á él, lloraba desde una llanura glacial remota y triste: «Mamá... hambre. ¡Tengo hambre

Apenas vio el ama que Sancho Panza se encerraba con su señor, cuando dio en la cuenta de sus tratos; y, imaginando que de aquella consulta había de salir la resolución de su tercera salida y tomando su manto, toda llena de congoja y pesadumbre, se fue a buscar al bachiller Sansón Carrasco, pareciéndole que, por ser bien hablado y amigo fresco de su señor, le podría persuadir a que dejase tan desvariado propósito.

Es el único recuerdo que conservo de mi madre, contesté yo, como era la verdad. ¿Y cómo se llamaba tu madre? Pascuala, le dije. ¡Oh inescrutables designios del cielo!, exclamó el Barón, arrancando de su pecho un hondo suspiro que se diría que le desahogaba. ¿Qué pasa? pregunté yo imaginando que el Barón iba a desmayarse.

Prendimos cosarios, soltamos prisioneros; restituímos haciendas a sus dueños, alzámonos con las mal ganadas de otros, y con esto, colmando nuestro navío de mil diferentes bienes de fortuna, quisieron los míos volver a sus redes y a sus casas y a los brazos de sus hijos, imaginando Carino y Solercio ser posible hallar a sus esposas en su tierra, ya que en las ajenas no las hallaban.

Al rayar el alba, aunque hacía viento muy frío que helaba, por ser aquí este mes el corazón del invierno, se fueron todos á bañar al río; y para hacer más alegre la fiesta, adornaron sus cabezas con hermosos penachos afeitándose el rostro con colores muy feos, imaginando crecían en belleza y hermosura, cuando parecían otros tantos diablos.

La creación del mundo y primera culpa del hombre, es el primer capítulo de la Biblia convertido en comedia religiosa, careciendo, á la verdad, de enlace dramático propiamente dicho, y de un centro alrededor del cual gire la exposición poética, pero mostrándonos, bajo un aspecto más ventajoso, así la poderosa fantasía del autor, que se encumbra hasta perderse de vista, como también su arte imaginando las escenas más pintorescas.

La Condesa no se atrevió a continuar la conversación, al ver lo exaltado que su hijo se ponía, y la vehemencia con que hablaba en pro de doña Beatriz. Allá, en el fondo de su alma, la Condesa se afligió mucho, imaginando que su hijo no tenía unas relaciones vulgares, un pasatiempo inmoral, pero sin consecuencias, sino una pasión vivísima.

-Virtud es -respondió Sancho- conocer esas yerbas; que, según yo me voy imaginando, algún día será menester usar de ese conocimiento. Y, sacando, en esto, lo que dijo que traía, comieron los dos en buena paz y compaña. Pero, deseosos de buscar donde alojar aquella noche, acabaron con mucha brevedad su pobre y seca comida.

En el fondo, tan en el fondo que ni él mismo se daba cuenta, Apolonio se sentía orgullosísimo, creyéndose en aquellos momentos un personaje trágico de verdad e imaginando inspirar a la duquesa fuerte interés patético. ¡Bah! Temí, al verte, que se trataba de algo grave. Siéntate. Aunque hay que resolver de prisa, para resolver de prisa hay que pensar despacio. Siéntate.

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