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Actualizado: 9 de junio de 2025


Y se entrega en los brazos del amor para gozar en paz la dicha gue promete, y se arrima al hogar que da calor, mientras el huracán fuera arremete contra el loco que quiere, ensangrentado, batirse moribundo, y con la boca cubierta ya de espuma hacer un gesto de desprecio al mundo. A vosotros os hablo, ahora arribais al puerto de la paz.

Es María, la egida y el amparo del que en la tierra infortunado llora; y es en el mar el encendido faro enmedio de tormenta aterradora. La que invoca el marino en sus azares, cuando el azote de huracán violento, las olas de los mares, amenazan trepar al firmamento.

Quiso éste acompañarla hasta su casa: la prendera no lo consintió. Pero cuando se estaban despidiendo cruzó como un huracán a su lado don Laureano Romadonga. ¿Qué le pasa a ese hombre? preguntó la seña Rafaela. No ; va muy pálido. Nunca le he visto de ese modo.

Soy tu amigo hasta la muerte. ¿Verdad que soy tu amigo? ¿Verdad que lo soy?... que , manteca de oro... Hasta la vista, ¿eh? ¡Muchos, muchos, muchos besos! Y á Velázquez... á Velázquez que se lo coman los lobos añadió soltando la carcajada y saliendo por la puerta como un huracán. Al poner el pie en la calle, aquel relámpago de alegría ficticia se apagó repentinamente.

A las seis de la tarde el huracán era deshecho. Su descripción es imposible. La pluma jamás puede llegar á estas manifestaciones de la naturaleza. El que escribe estas líneas ha recorrido muchos mares; le son conocidos los fenómenos marítimos, pero en verdad, ni en su memoria, ni en su imaginación, pudo nunca comprender el espectáculo que en los cielos y en los mares desarrolla un tifón.

Nítidas cláusulas épicas: fúlgidas ondas triunfales, todo un himno glorioso van trazando las águilas, a golpes de huracán, al cruzar los espacios suspensos en un éxtasis único.

El guapo, á quien el amor y los pesares no habían podido arrancar de cuajo su inveterada arrogancia, gozaba con las preferencias de la bella y los celos del muchacho. ¿Dónde va tu novio tan encandilao? díjole sonriendo con orgullo, viendo salir al joven del aposento como un huracán. Déjalo respondió ella haciendo una mueca de desdén.

Ya no se deslizaban; parecían volar en alas de aquel compás febril que parecía empujarlos como un huracán, y así y todo, Magdalena repetía a cada, instante: ¡Más de prisa, Amaury! ¡vayamos, más de prisa! Y Amaury obedecía, estrechando su talle con más fuerza.

Pasar de repente de la calma absoluta a una intensa tempestad, es siempre desagradable, y esto fue lo que nos sucedió a la abuela y a . Dejamos la apacible tranquilidad de nuestro home y nos encontramos en pleno huracán en casa de los Brenay.

El 12 de marzo tomé el tren expreso que partía para Londres á las once y media de la mañana. ¡Qué impresion tan vigorosa la que experimenté al sentirme por primera vez arrastrado, con la rapidez del huracan, por ese animal de hierro, animado por el espíritu del hombre y silbando como una enorme serpiente enfurecida, que se llama locomotiva!

Palabra del Dia

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