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Actualizado: 22 de junio de 2025


Y ellos salen a la huerta y se sientan en sus piedras blancas. Va anocheciendo. El pueblo luce intensamente dorado por los resplandores del ocaso; las palmeras y los cipreses de los huertos se recortan sobre el azul pálido; la luna resalta blanca. Y un viejo levanta la cabeza y dice: La luna está en creciente. El día 17 observa otro será la luna llena.

Ya iba el usurero, como quien por el sedal busca el pez, a preguntar de dónde vino el hallazgo del billete, para introducir al punto la petición de su bolsa perdida, sus papeles y apuntamientos: tal iba a preguntar, cuando de pronto o como viniendo de los cercos huertos, se dejaron oír las puntadas más blandas y dulces, y el instrumento más celestial que aquellos habitadores habían oído; tal era la extrañeza y la dulzura de la música.

Cuando todos estos rumores llegaron a los oídos del rey y de su hermano, ambos anhelaron obsequiar a Morsamor, ver a las dos hermosas princesas y mostrar a él y a ellas el esplendor de la capital de su reino y la fértil amenidad de los huertos y cármenes que a imitación y en competencia de Chiraz había en su ruedo y en ambas orillas del Sabaki, que desemboca en la mar a corta distancia.

Poco ántes de llegar á Francfort el tren se detuvo delante de una pequeña localidad rodeada de jardines y huertos, donde tienen sus casas de campo muchos de los opulentos banqueros y negociantes de la activa capital de la Confederacion. Al continuar el tren su ruta entró á nuestro carruaje un sujeto vestido con mucha sencillez, á estilo americano, alto, robusto y de fisonomía franca.

Donde quiera el viajero mira con delicia enjambres de huertos rodeados de húmedas praderas que tienen su límite en las montuosas faldas de las montañas; y echa de ver que en ese valle demora una poblacion de costumbres apacibles, contenta con su modesta condicion y fuertemente adherida á sus tradiciones y á los hábitos de libertad democrática y culto católico-romano.

Rafael había querido amarla en los primeros tiempos de su matrimonio. Deseaba olvidar; sentía los mismos arrebatos apasionados y juguetones de aquellos días en que la perseguía por los huertos. Pero ella, pasada la primera fiebre de amor, satisfecha su curiosidad de doncella ante el misterio del matrimonio, opuso en adelante una pasividad fría y grave a las caricias del marido.

Vestía la primavera de verdor y hermosura cuanto tocaba, y convidados por la amable estación, los cuatro socios acostumbraban aprovechar las tardes de los días festivos, solazándose en los huertos que abundan en la vega marinedina, dominada por el camino real.

Anda a jugar al patio decía la madre. Y el pequeño salía inmediatamente triste y resignado, como obedeciendo una orden penosa. Don Andrés era el único que le alegraba con sus cuentos y sus paseos por los huertos, cogiendo flores para él, fabricándole flautas de caña. El fue quien se encargó de acompañarle a la escuela y de hacerse lenguas de su afición al estudio.

Los ríos citados riegan la vega de Teruel, vega pequeña pero muy bien trabajada: los campos, huertos y viñas que se hallan al rededor de la ciudad, presentan en determinadas épocas del año un alegre panorama.

Era Raveloe una aldea de aspecto importante, en el corazón de la cual se alzaban una bella y antigua iglesia, con un vasto cementerio, así como dos o tres grandes edificios construidos de piedra y ladrillo, cuyos techos estaban adornados con veletas y los huertos bien cercados de paredes.

Palabra del Dia

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