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Actualizado: 14 de junio de 2025


Y le hace muchos rasgos a la letra, y las oes le salen grandes como un sol, y las ges largas como un sable, y las eles están debajo de la línea, como si se fueran a clavar en el papel, y las eses caen al fin de la palabra, como una hoja de palma; ¡tiene que ver lo que escribe el padre cuando ha pensado mucho en la niña!

La marquesa abrazaba a su nieta como hubiera abrazado al ángel de su guardia, dando gracias a Dios desde lo íntimo de su pecho por haber dado a Jacobo el golpe de gracia con una espada de hoja de lata.

El pie de la tabla era ansimesmo hueco, que respondía a la garganta y pechos de la cabeza, y todo esto venía a responder a otro aposento que debajo de la estancia de la cabeza estaba. Por todo este hueco de pie, mesa, garganta y pechos de la medalla y figura referida se encaminaba un cañón de hoja de lata, muy justo, que de nadie podía ser visto.

La espera, mirando hacia el río, y su pensamiento, entretanto, vuela al escritorio que acaba de abandonar, abre el libro mayor, y verifica las cifras amontonadas al pie de cada hoja. Es evidente; la casa se hundirá, como edificio de cartón, a pesar de toda su inteligencia, de toda su probidad y de todo su cuidado: no hay equilibrio entre las entradas y las salidas.

Por curiosidad abrí el ventanillo o «cuarterón» de una de las hojas del claro más próximo a , y todo lo vi negro, negrísimo, al través de un mezquino cristalejo; abrí después la hoja entera, que daba a un balcón con repisas de piedra, y aún me pareció más negro que antes lo que de este modo se veía.

No: esa hoja no se ve más, para que no se enoje su papá. ¡Muy bonito que es este libro viejo! Y Nené está ya casi acostada sobre el libro, y como si quisiera hablarle con los ojos. ¡Por poco se rompe la hoja! Pero no, no se rompió. Hasta la mitad no más se rompió. El papá de Nené no ve bien. Eso no lo va a ver nadie. ¡Ahora que está bueno el libro este! Es mejor, mucho mejor que el arca de Noé.

Julián levantó el pie muy asustado, y el marqués se bajó recogiendo del suelo un libro delgadísimo, encuadernado en badana verde, del cual pendía rodado sello de plomo. Tomólo Julián con respeto, y al abrirlo, sobre la primera hoja de vitela, se destacó una soberbia miniatura heráldica, de colores vivos y frescos a despecho de los años. ¡Una ejecutoria de nobleza! declaró el señorito gravemente.

No servía para ninguna clase de trabajo serio y constante; tenía preciosa letra, muy delicada en los perfiles, pero tardaba mucho en llenar una hoja de papel, y su ortografía era extremadamente caprichosa y fantástica; es decir, no era ortografía.

Tal cual lo indican las inmersiones y emersiones sucesivas de la hoja arrastrada, el agua que baja al fondo remonta en nueva curva hacia la superficie, aparece á la luz y desaparece otra vez bajo las curvas líquidas, que, al mismo tiempo, han descendido hasta el fondo del cauce.

»¿Qué has hecho de tu gloria, le he dicho lleno de dolor? ¿de qué muro cuelgan las espadas de tus héroes? ¿dónde estan el trono de tus reyes y la silla de tus cadíes? ¿ninguno de tus libros pudo salvarse de la hoguera? ¡Ay! cada siglo va arrancando una hoja de la corona de tu gloria; y permaneces muda é impasible como un cadáver.

Palabra del Dia

vorsado

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