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Actualizado: 26 de noviembre de 2025
Su abandono arrastraba consigo la cobardía y la degradación. Conocía mejor que sus parientes la biografía de los grandes duelistas y gens des armes de París. Podía describir con pelos y señales los desafíos que habían tenido y la gravedad de las heridas. En cuanto se anunciaba un asalto entre dos maestros, por ejemplo Jacob y Grisier, ya estaba nuestro caballero excitado.
Aquéllas sí eran heridas. Ya sabes que una bala me entró por el antebrazo, subió hacia el hombro, dio la vuelta por toda la espalda, y vino a salir por la cintura. ¡Oh, qué herida tan singular!, pero a los tres días estaba sano, mandando la artillería en el ataque de Bellegarde».
-Si por buena fama y si por buen nombre va -dijo el bachiller-, solo vuestra merced lleva la palma a todos los caballeros andantes; porque el moro en su lengua y el cristiano en la suya tuvieron cuidado de pintarnos muy al vivo la gallardía de vuestra merced, el ánimo grande en acometer los peligros, la paciencia en las adversidades y el sufrimiento, así en las desgracias como en las heridas, la honestidad y continencia en los amores tan platónicos de vuestra merced y de mi señora doña Dulcinea del Toboso.
Estas encallaban en los bajíos; aquéllas, por querer escapar velozmente, quebraban sus entenas; otras se entregaban sin combatir. El, para bien de su honra, se hallaba en el fuerte. ¡Contaba entonces los horrores del asedio, las enfermedades desconocidas, las heridas monstruosas, el hambre, la sed!
En Goa, sin duda, hubo más tarde de inspirarse Camoens para imaginar aquella deliciosa y encantada isla que Venus hizo surgir del fondo del Océano, cubriéndola de amenos jardines, de fragantes selvas y de limpios y tranquilos lagos y poblándola de hermosísimas ninfas que, heridas todas por las ardientes flechas de un ejército de Amores, brindasen mil deleites a los felices héroes de su poema y se rindiesen a su talante y deseo.
Conservo íntegras las creencias en que fuí criado; guardo incólume la fe de mis padres, y ella ha sido para mí, en mis horas negras, en mis días tristes, fuente de consuelo, faro salvador; ella alivió mis dolores y restañó siempre las heridas más hondas de mi corazón con el bálsamo de las eternas esperanzas.
Disculpemos, pues, o al menos seamos indulgentes con nuestro don Braulio, cuyo orgullo se quedaba escondido en el centro del alma, revelándose sólo al más íntimo de sus amigos en el momento en que se mostraban también las heridas más profundas de su corazón.
Finalmente vi á todas nuestras Italianas y á mi madre estropeadas, acribilladas de heridas, y hechas tajadas por los monstruos que batallaban por su posesion; mis compañeros cautivos, los que los habian cautivado, soldados, marineros, negros, blancos, mestizos, mulatos, y mi capitan en fin, todos fuéron muertos, y yo quedé moribunda encima de un monton de cadáveres.
Aquellos nobles inválidos trabaron nueva y desesperada lucha, quizás con más coraje que la primera, porque las heridas no restañadas avivan la furia en el alma de los combatientes, y éstos parece que riñen con más ardor, porque tienen menos vida que perder.
Lo que no dicen las Memorias es si el rostro de la mujer quedó muy desfigurado con las cicatrices de las heridas que le causó su acalorado pretendiente, á quien tan caro costó el prendarse de posadera honesta.
Palabra del Dia
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