Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 23 de junio de 2025
No era nada: un puntazo en una nalga; una herida de varios centímetros de profundidad. Y con el impudor del triunfo, quería mostrarla a los vecinos, afirmando que metía en ella un dedo sin llegar al fin. Sentíase orgulloso del hedor de yodoformo que iba esparciendo a su paso, y hablaba de las atenciones con que le habían tratado en aquel pueblo, que era para él lo mejor de España.
Después que han llenado la tierra de maldad, y se tornaron a irritarme, he aquí que ponen hedor a mis narices. 18 Pues también yo haré en mi furor; no perdonará mi ojo, ni tendré misericordia; y gritarán a mis oídos con gran voz, y no los oiré. Y entre ellos había un varón vestido de lienzos, el cual traía a su cintura un tintero de escribano; y entrados, se pararon junto al altar de bronce.
La mancha se agrandaba, tenía una forma parecida á la puerta de su estudi, y salía por ella un humo denso, nauseabundo, un hedor de paja quemada que le impedía respirar. Debía ser la boca del infierno: allí le arrojaría Pimentó, en la inmensa hoguera, cuyo resplandor inflamaba la puerta. El miedo venció su parálisis.
Al menor soplo de la brisa, aquella legión de monstruos fabulosos oscilan cadenciosamente con un rumor seco de hojarascas, como tomando vida sobrenatural y grotesca. Antes de que oscureciese, fuí acompañado de Sa-Tó a contemplar la ciudad, mas pronto tuve que regresar sofocado por el hedor repugnante que exhalaban las viviendas.
Los privilegiados encuentran satisfechas sus necesidades sin abandonar este barrio lujoso, y ni por curiosidad bajan las escaleras que conducen a los barrios pobres... Pero hay que reconocer que en éstos el vecindario es sucio y hay en ellos un hedor de rancho agrio. Maltrana hizo un movimiento de hombros, como indicando que iba a terminar su descripción.
Asfixiado por el trágico hedor que desprendía el humano holocausto, tuvo, por fin, que levantarse, y, envolviéndose el rostro con la capa, se alejó a toda prisa en dirección a la ciudad, hablando consigo mismo y aglomerando oraciones y jaculatorias. La sombra ennegrecía los senderos.
Indudablemente el eco de alguna gran batalla, el hedor de un río de sangre humana, una inmensa degollación en honor de su imperio. ¡Ah! ¡Ojalá se haya dado ya esa última batalla y se haya convertido en un montón de cenizas el siniestro emperador!
Excitado por la vecindad del caballo muerto, tenía la tendencia de volver a él, como si le embriagase el hedor de su vientre. En una de las evoluciones, el toro, fatigado por la muleta, quedó inmóvil sobre sus patas. Gallardo tenía detrás de él el caballo muerto. Era una mala situación, pero de peores había salido victorioso. Quiso aprovechar la posición de la bestia.
¡Duerme! dijo con solemnidad el padre. ¡Silencio! exclamó la hija, con un dedo sobre los labios. Pero, ¿qué ha sido? ¡Pchs! Silencio. Se está mudando contestó Marta en voz baja, de esas que son silbidos, más molestos que los gritos. Reyes notó el olor de un antiespasmódico; olor de tormenta para los recuerdos de sus sentidos. También había cierto hedor nauseabundo.
Eran tétricos personajes escapados de un auto de fe, mascarones cuyas colas negras parecían esparcir en su arrastre perfumes de incienso y hedor de hoguera. Sonaban los lamentos de cobre de las largas trompetas, rasgando el silencio de la noche.
Palabra del Dia
Otros Mirando