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Actualizado: 10 de mayo de 2025
15 no comiere sobre los montes, ni alzare sus ojos a los ídolos de la Casa de Israel; la mujer de su prójimo no violare, 16 ni oprimiere a nadie; la prenda no empeñare, ni cometiere robos; al hambriento diere de su pan, y cubriere de vestido al desnudo;
De estos principios hemos de partir para fundamentar el concepto formado de aquellas reformas consideradas indispensables por la opinión, si España ha de modelar en las Filipinas bases robustas en que se asientan las aspiraciones de un porvenir venturoso, libre de las asechanzas y turbulencias que sin fruto agotan las energías de nuestros hermanos de América, debilitando su unidad y poniéndolos en el trance bochornoso de encontrarse fustigados en su soberanía por aquel coloso del Norte, que hambriento de dominio aspira á relegarlos al triste estado de provincias conquistadas.
Cuentan que se encontraron casas donde habia hasta cuatro mil arrobas de harina corrompida: ¿con qué razon se hubiera podido castigar á un pueblo hambriento que á la vista de tan lamentable espectáculo hubiese desplegado todo el furor de su venganza? Desangróla en el siglo XVIII la guerra de sucesion: en el XIX, la guerra con la Francia.
Y el amontonamiento de estos infelices exhalaba un olor agrio, de sudor de hambriento, de ropa adherida al cuerpo durante meses, de alientos fétidos: toda la respiración apestante de la miseria. Las mujeres aun ofrecían un aspecto más doloroso. Unas eran gitanas, viejas y horribles como brujas, con la piel tostada y cobriza que parecía haber pasado por el fuego de todos los aquelarres.
Y del licor que dicen que es Leteo, Que mana de la fuente del olvido, Los parpados bañó á todos arreo. El mas hambriento se quedó dormido, Dos cosas repugnantes, hambre y sueño, Privilegio á poetas concedido. Yo quedé enfin dormido como un leño, Llena la fantasia de mil cosas, Que de contallas mi palabra empeño, Por mas que sean en sí dificultosas.
Era preciso ir allá y ver lo que pasaba en la casa. ¿Pero cómo, si era imposible visitar á su tío? ¿Iba ó no iba? La necesidad le apremiaba. Estaba solo, agobiado de extenuación, hambriento y desnudo. Doce cuartos era toda su fortuna; porque en el camino había perdido un doblón, y los gastos de viaje consumieron el otro. Entre tanto se acercaba la noche y no tenía dónde dormir.
Con ellas se es alguien: puede una persona no tener una moneda en el bolsillo y entrar donde entran los más ricos, viviendo como ellos... No aceptaba el consejo. Era como si á un guerrero hambriento le propusiesen entregar sus armas en país enemigo á cambio de pan.
Y cayó Juanito debajo de la mesa. A todos había indignado su discurso, menos a Mesía que extendiendo su mano hacia él, exclamó: ¡Perdonadle... porque ha bebido mucho! Ese Juanito decía el coronel a don Frutos el americano me parece un gran pedante. Es un hambriento con más orgullo que don Rodrigo en la horca. Se habló de religión otra vez.
Estaba próxima a los cincuenta años, según confesión que varias veces hizo a sus hijas; pero era tan arrogante y bien plantada, unía a su elevada estatura tal opulencia de formas, que todavía causaba cierta ilusión, especialmente a los adolescentes, que con la extravagancia del deseo hambriento sienten ante los desbordamientos e hinchazones de la hermosura en decadencia la admiración que niegan a la frescura esbelta y juvenil.
El señor Cuadros era un hombre perdido para siempre, un hambriento que había gustado el fruto prohibido, tras muchos años de vida obscura y laboriosa, sin saber lo que era juventud y trabajando como una bestia de carga. Antes moriría que hallarse saciado. Nada podría adelantar su esposa alejándolo de Clarita.
Palabra del Dia
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