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Actualizado: 26 de abril de 2025


Petra, que al principio no había reparado, concluyó por fijarse en aquel niño que tan asiduamente la visitaba, y vencida de su constancia o por ventura halagada por la adoración que en él veía, testimoniole algún afecto.

Estoy demasiado contento y desearía que todo el mundo en Yorkshire estuviera tan confortable como yo en este tiempo tan duro. La anciana pareja parecía sentirse halagada por nuestra visita, y nos ofrecieron bondadosamente un vaso de cerveza fuerte. Es cerveza casera declaró la señora Hales.

El príncipe sintió halagada su vanidad, lo mismo que cuando un artista célebre le saludaba desde la escena y seguía cantando con la mirada puesta en él, para dedicarle sus gorgoritos; lo mismo que cuando, de joven, un matador de toros le dirigía un gesto amistoso antes de dar la estocada final. Alicia parecía brindarle su gloria. Pero inmediatamente volvió á recogerse en su ensimismamiento.

Todo la había agradado en el joven. Su figura, su entusiasmo, su franqueza, su valor, su discreción, el mismo efecto violento que su hermosura había causado en él... Doña Clara, dentro de su pensamiento había acariciado á aquel amor. Se había encariñado con él, es decir, se había sentido halagada, enlanguidecida, llena por su influencia, y amaba á su amor.

Ella calló un momento entre absorta y halagada, sin gran sorpresa, exenta de enojo: después bajó los ojos, y alzándolos luego y mirando cara a cara, repuso: ¿Está V. seguro de lo que siente? ¿Es que me quiere V..., o que me compadece? Porque V. sabe algo... No, no será amor... es lástima. ¿Cree V. que se casa nadie por lástima? ¿Sabe V. que soy pobre? ¿Que no tengo absolutamente nada?

Raimundo le envió un saludo tan respetuoso y una sonrisa tan inocente, que la hermosa dama se sintió halagada. No pudo ocultarse que aquel joven tenía singular dulzura en los ojos, que le hacía muy simpático, y que su conversación, si no repleta de donaires, revelaba firmeza de entendimiento y un espíritu culto.

Después de esto sonreía con verdadera satisfacción, halagada por orgullosos pensamientos que nadie podía adivinar. ; su marido continuaba siendo el invencible, el único, «El rey de las praderas», y con esto quedaba dicho todo. Pero ella, en su casa, le pegaba al «rey de las praderas». Las once de la noche. Es el momento en que cierran sus puertas los teatros de París.

Es verdaderamente buena, añadió con la satisfacción del que se complace en su obra moral, mientras sus buenos ojos se fijaban en con una indulgencia enteramente paternal. , lo concedo, no es mala dijo la abuela halagada en su amor maternal. Pero esa personalidad... ese modo de bastarse a misma... Ya , ya replicó el cura confuso. Verdaderamente, no había previsto ese peligro.

Tendrías que hacerte monja, pues no habría guapo que te pidiera relaciones. Me abriría de patas en tu puerta y ni a Dios dejaba pasar. María de la Luz sentíase halagada por la expresión feroz que tomaba su novio, sólo al pensar que otro hombre pudiera aproximarse a ella requiriéndola de amores. La brutalidad de los celos amenazantes gustábala aún más que los requiebros amorosos.

Se sintió halagada por el contacto de la sociedad; percibió en su cerebro como un saludo de bienvenida, y voces simpáticas llamándola a otro mundo y esfera para ella desconocida. Y como la humana soberbia afecta desdeñar lo que no puede obtener, en su interior hizo un gesto de desprecio a todo el pasado de ilusiones despedazadas y muertas. Ella también despreciaba una corona.

Palabra del Dia

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