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Actualizado: 26 de junio de 2025
Su alegría era la del artista que triunfa, comparados con la cual todos los goces sórdidos de la tierra no valen un comino. Los del duque no fueron todos de esta especie. También su vanidad se sintió halagada por aquel ruidoso triunfo. Pensaba sinceramente que había llevado a cabo una empresa maravillosa digna de ser esculpida en mármoles y cantada por los poetas.
Halagada por los elogios disparatados de la vieja y sus extraordinarios relatos de las costumbres gitanescas, Feli la veía llegar con agrado todas las tardes. Algunas veces venía acompañada de otras mujeres y hacía gala de su gran amistad con «la señorita».
Por más que tenía conocimiento de la virtud de la esposa de su amigo Pepe, y nunca se le había pasado por la imaginación ponerla á prueba, excitado su orgullo, principió por galantearla en broma y concluyó por requerirla de amores en serio. Paca opuso la misma suave indiferencia á uno que á otro: ni se mostró halagada ni ofendida. Su táctica consistió en hacerse incrédula y en rehusar oirle.
Y además, hasta la vanidad de Quevedo, que también tenía vanidad, estaba halagada, y su buen gusto, que le tenía exquisito, estaba satisfecho.
Se tuvo miedo la niña, y aunque muy contenta de sí, halagada por aquel rumor como si le rozasen la frente con muy blandas plumas, se sintió sola y en riesgo, y buscó con los ojos, en una mirada de angustia a doña Andrea, ¡ay! a doña Andrea que, conforme iban pasando los años, se hundía en sí misma, para ver mejor a don Manuel, de tal manera que ya, si sonreía siempre, apenas hablaba.
Estaba halagada, pues nunca disgusta a una mujer el creerse amada, halagada, pero triste al mismo tiempo. Tenía grande estimación y afecto por Juan, y la afligía el pensar que ella era la causa de su sufrimiento y desgracia. Por otra parte, Zuzie tenía el sentimiento de su inocencia. Con los demás, algunas veces era coqueta, muy coqueta. Atormentarlos un poco no era un gran crimen.
Blanca, encantada, palmoteaba y no conocía a la señorita; la condesa misma estaba conquistada por aquel aumento de juventud y de gracia. La de Raynal tomaba una gran parte en el triunfo de su hija y se sentía halagada en su vanidad maternal, sin el menor pensamiento de alarma.
Persona que merece mi confianza; y la señora hará el favor de llamar a su pupila para que diga en concreto la verdad. Salió doña Rebeca como un cohete, y en cuanto echó a Carmen la vista encima, le echó también los brazos al cuello. La muchacha, horrorizada, iba a pedir socorro, cuando se sintió halagada y besada con besos húmedos y repugnantes.
En cuanto á sus versos, ya sabe mi opinión: muy flojos; casi diría que son malos. Fué á meterse en la caja portátil, pero todavía retrocedió para comunicar á su inferior el gran descubrimiento que acababa de hacer. Una cólera sorda y fría había registrado su memoria más profundamente que la vanidad halagada. -Ya sé á quién se parece su gigante: acabo de descubrirlo.
Y al decir esto, envolvió a Fernando en una mirada hambrienta. «¡Qué loca!», siguió pensando él, mientras experimentaba la satisfacción del orgullo. Dudaba un poco de la sinceridad de sus palabras y gestos. Tal vez este acercamiento no era más que un capricho de su carácter tornadizo. Pero aun así, sentía halagada su vanidad, y no dudó un instante en aprovecharse de la aproximación.
Palabra del Dia
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