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Actualizado: 22 de mayo de 2025


En un día de esos en que un insomnio prolongado, o un contratiempo de la víspera preparan al hombre a la meditación, me paro a considerar el destino del mundo; cuando me veo rodando dentro de él con mis semejantes por los espacios imaginarios, sin que sepa nadie para qué, ni a dónde; cuando veo nacer a todos para morir, y morir sólo por haber nacido; cuando veo la verdad igualmente distante de todos los puntos del orbe donde se la anda buscando, y la felicidad siempre en casa del vecino a juicio de cada uno; cuando reflexiono que no se le ve el fin a este cuadro halagüeño, que según todas las probabilidades tampoco tuvo principio; cuando pregunto a todos y me responde cada cual quejándose de su suerte; cuando contemplo que la vida es un amasijo de contradicciones, de llanto, de enfermedades, de errores, de culpas y de arrepentimientos, me admiro de varias cosas.

Otros días, cualquier incidente halagüeño le volvía a su ser. Se tornaba sensible, notábase que estaba agitado y se mostraba ligeramente entusiasta, con mucha más naturalidad. Ponía cierta dulzura en sus gestos y en sus palabras y, aunque reservado como siempre, mucho me daba a entender respecto de sus esperanzas.

Después de pensarlo mucho, he determinado que seas cura. Hoy por hoy, hijo mío, los curas son los hombres que en España cuentan con porvenir más halagüeño, máxime si tienen aldabas.

Este efecto poco halagüeño es quizás el resultado del período de agitación é incertidumbre en que la historia tomó forma; sin que indique carencia de buen humor en el espíritu del novelista, pues era más feliz mientras divagaba entre la lobreguez de estas tristes fantasías suyas, que en ninguna otra época desde que salió de la Antigua Mansión.

Generalmente a la abuela le gusta recibir sola, y no me llama más que cuando viene con su madre alguna de mis amigas. Dice, como razón de ese ostracismo, que sus recepciones serían mortalmente fastidiosas para una cabeza como la mía, siendo así que el elemento ligero falta en ellas por completo. Es poco halagüeño para ... Las íntimas de la abuela son personas de edad madura.

Pero en este caso le repugnaba doblemente porque nada halagüeño podía anunciar a su amigo y admirador. Sacóle del compromiso la aparición de una joven hermosa y elegantemente vestida que venía al encuentro de ellos por la acera del Principal. Aquí está la Amparo dijo con la gravedad displicente y desdeñosa que Ramoncito admiraba.

Sabes, Magdalena, que eres una buena persona y que te quiero mucho terminó dando una carcajada. No es muy halagüeño que digamos el cumplimiento de Francisca, y de otra no le aceptaría, seguramente; pero está convenido que Francisca puede decir todo lo que se le pone en la cabeza.

No dirigimos ni una palabra mas á nuestro viajero: reconocimos en él á la mayor parte de nuestros lectores; y no pudimos menos de convencernos de cuán necesarias son en nuestra sociedad las obras destinadas á ocupar principalmente el corazon y la fantasía de los que no pueden menos de vivir atormentados por las calamidades presentes y el deseo de preparar un porvenir mas halagüeño.

Cuando se detuvo el carruaje, don Mariano conoció en el rostro del criado que salió a abrir la portezuela que nada halagüeño había acaecido en su ausencia. ¿La señora...? preguntó con sobresalto. La señora se encuentra en cama. ¡Oh, debía suponerlo!... ¡Cómo había de tener fuerzas la pobre para resistir este golpe!

No hay un solo mozo en la parroquia de Entralgo que no esté en fe de que si vosotros hubierais entrado en la gresca no se hubieran reído de nosotros. Porque, te lo digo en conciencia, te lo digo en verdad, los de Fresnedo y Riomontán sois la nata de Villoria, y , Nolo, vales más que ninguno de ellos. ¿Qué respondiste , valeroso Nolo, á tan hábil y halagüeño discurso?

Palabra del Dia

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