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Actualizado: 15 de julio de 2025


24 y yéndose, le topó un león en el camino, y le mató; y su cuerpo estaba echado en el camino, y el asno estaba junto a él, y el león también estaba junto al cuerpo. 25 Y he aquí unos que pasaban, y vieron el cuerpo que estaba echado en el camino, y el león que estaba junto al cuerpo; y vinieron, y lo dijeron en la ciudad donde el viejo profeta habitaba.

Debían los expedicionarios ir a pernoctar a un pueblo que aún distaba tres horas, y a cierto caserón medio feudal, perteneciente a un hidalgo solitario que le habitaba. Era éste persona de bastante prestigio en aquel país, aunque de escasas rentas, y estábale don Simón muy recomendado por algunos amigos de la ciudad.

Es posible, dijo el fiscal riendo; pero no olvide usted que, moralmente, los jueces no deben comer en la misma mesa que los procesados. Hasta mañana, pues. Hasta mañana en casa de Julio Harvey. Julio Harvey habitaba un hermoso hotel en Grosvenor-Square. Tenía casa puesta en Londres como en París y todos los años su hija le llevaba dos meses á Inglaterra.

Aunque habitaba enteramente sola y cuando joven era bella supo defender su honestidad tan bravamente que los mozos de la parroquia le pusieron por sobrenombre la Pura y este apodo le quedó. Ahora ya era vieja, aunque no tanto como aparentaba. Los rudos trabajos, las privaciones y la acción de la intemperie habían arrugado su rostro antes de tiempo.

El sereno, sin dejar caer la sonrisa de los labios, le miró alejarse con marcha vacilante, abrir la puerta de su casa y desaparecer. Velázquez, al separarse de él, había apretado el paso. Cuando llegó á las inmediaciones de la casa de su amigo Pepe de Chiclana, se detuvo. Habitaba éste un caserón viejo, enorme, del cual formaban parte las cuadras donde tenía los caballos en que traficaba.

Aguirre le condujo a la casa de don Antonio de Mendoza, canónigo de la Catedral y antiguo arcediano de Guadalajara. Don Antonio, varón de grandes luces sagradas y gentiles, habitaba un antiguo palacio de su familia junto a San Juan de la Penitencia. Sus amplios salones, tapizados de cardenalicio damasco, al uso de Roma, congregaban todos los domingos, a mediodía, numerosa academia.

Cierto que no estaba el banquero en el pleno goce de su natural imperturbabilidad cuando estas cosas decía, como no lo había estado cuando se halló de improviso en el mismo hotel que habitaba, con la presencia de sus egregios amigos; que a este mismo «fenooómeeno» se agarró él como prueba de la existencia de la enfermedad, y que afirmó que la había cogido repentinamente una noche, muy pocas antes, en lo alto de la calle de Alcalá, hablando, desabrigado, con el ministro de Hacienda.

Cuando «Miguel el Negro» deseaba compañía, habitaba la quinta; si quería estar solo le bastaba cruzar el puente, alzarlo tras , y hubieran sido necesarios un regimiento y una batería de sitio para sacarlo de allí.

Arreglose después prontamente y salieron de casa poco antes de las nueve para oír misa en la Encarnación. Habitaba nuestro matrimonio un cuartito bajo en la plaza de Oriente, amueblado con elegancia y provisto de todas las comodidades compatibles con su fortuna, que desde hacía algún tiempo iba prosperando lindamente. Cirilo trabajaba firme.

Pero era tan susceptible como impresionable; tenía aquella mueca siempre delante de los ojos como barrera insuperable. Por otra parte, después que salía de la iglesia, ya no hallaba ocasión de verla en toda la semana. Según le habían dicho, no habitaba en el mismo pueblo, sino algo más lejos; cosa de un tiro de bala hacia la montaña. No había, pues, modo de verla sino haciéndole una visita.

Palabra del Dia

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