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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Comenzó luego a hacer la causa, y porque me sonaron unas llaves en la faldriquera, dijo y escribió que eran ganzúas y aunque las vio, sin haber remedio de que no lo fuesen. Díjele que era don Ramiro de Guzmán y rióse mucho. Yo, triste, que me había visto moler a palos delante de mi dama, y me vi llevar preso sin razón y con mal nombre, no sabía qué hacerme.
Para probármelo me ha dicho que anoche estuvo en mi casa, encerrado con mi mujer, el sargento mayor don Juan de Guzmán. ¡Como si uno pudiera saber lo que pasa en su casa estando á cinco leguas de distancia! Pero supongo que habréis tenido prudencia. Prudencia ¿acerca de qué?... Acerca de lo que sabéis relativamente á vuestro sobrino. Para prudencia estaba yo. ¿Pero qué habéis hecho?
»Viéndome así Pepe Guzmán, tomó una de mis manos entre las suyas; y envolviéndome en una mirada, que fue para mí lo que el rayo de sol para un cuerpo aterido, díjome con expresión y acento de cariñosa ironía, disimulo evidente de otras impresiones muy distintas: » Aquí pasa algo muy grave, por las señas de esas lágrimas después de tu recado de esta mañana... Veamos lo que es...; se entiende, si me es lícito saberlo.
El es el consuelo de mi alma, Señor, y el único apoyo de mi vejez desdichada. ¡Ay! Sí... Dejadme, por Dios, que a buscar a mi hijo vaya, y a esos hombres tan crueles decid que mal no me hagan. GUZMÁN. Me hace sospechar, don Nuño. NU
Se hablaba recio, se reía más aún, se gesticulaba. Las niñas, sobre todo, parecía que tenían azogue, mostrando sin cesar las dos filas de sus dientes cuando los tenían bonitos o tapándoselos con el abanico cuando no eran presentables. Pero, sobre todo, lo que alborotó el grupo y levantó más tempestad de carcajadas, fué una contestación de León Guzmán.
De esto se ve todos los días, porque hay muchos motivos y grandes razones para que se vea... Quiero concederte todavía más: quiero suponer que tuvieras el corazón interesado por un joven hermoso, discreto, noble..., en fin, lo contrario enteramente de don Mauricio; y no quiero suponerlo, sino creerlo, porque así es la verdad, o yo no tengo ojos en la cara; supongo, pues, digo mal, creo que tienes el corazón interesado por un hombre así..., por Pepe Guzmán, en una palabra... Pues mejor que mejor para mis planes, y para tus conveniencias por consiguiente.
De un momento a otro me la pondrían en la mano, y comenzaría a verse con qué «hígados» contaba yo para servirme de ella. Porque, si no era para esto, ¿para qué me la daban? Pepe Guzmán, en quien menos debía desconfiar yo, podría engañarme en cuanto a la sinceridad de su exposición de motivos; pero no en cuanto a la intención práctica de su consejo.
Se sube en carruaje o a pie, por numerosos caminos en zigzags, muy bien tenidos, rodeados de árboles y plantas tropicales, hasta llegar a la meseta de la altura, donde, en el centro de un jardín frondoso, se levanta la estatua del general Guzmán Blanco, actual presidente de los Estados Unidos de Venezuela.
Lo que hace Guzmán es alejarse de ella cuanto puede, pero sin perderla de vista. ¿Luego algo le queda todavía en el fondo del corazón? Por ella, nada absolutamente; pero le queda, a no dudar, por la niña. ¿De modo que la niña vive aún?
Y en este ejemplo, ¿qué más da el tronco que la rama? Todo es árbol. No solían profundizar mucho más que esto las breves conversaciones entre la marquesa y Guzmán, en las pocas visitas que éste la hacía.
Palabra del Dia
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