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Actualizado: 23 de junio de 2025
Se había dejado llevar por Pablo, una docena de veces quizá, a veladas y bailes en los castillos vecinos, de donde traía siempre una impresión de malestar y fastidio. Y de ahí dedujo que esos placeres no se hicieron para él. Sus gustos eran serios y sencillos; amaba la soledad, el trabajo, los largos paseos, los grandes espacios, los caballos y los libros.
La sobrina, por su parte, parecia estar contenta de mis opiniones y gustos en cuanto á las españolas, y al fin quedamos muy amigotes, aunque de cuando en cuando sentia yo que por encima de mi nuca le echaba el tio á la sobrina las miradas mas paternales, pero siempre escrutadoras en el fondo.
El conde volvió los ojos hacia ella, y le dirigió una mirada larga y dura sin decir palabra. Isabel bajó los suyos con temor, y por debajo de las negras pestañas asomó temblando una lágrima. Aquella corta e insignificante escena me produjo mal efecto. Pareciome que el conde era un padre muy tierno sólo mientras no se tocase a sus gustos y placeres. Con perdón de ustedes, pelo la pava.
Los acontecimientos de este último tiempo han aclarado mi inteligencia y me han hecho ver que nuestros gustos son tan contrarios, nuestro modo de pensar tan opuesto, que es mejor que renunciemos a unir nuestros destinos.
Allí hay hermosura y elegancia y trigo por largo, ¡ja, ja, ja!... para tentar las codicias y los buenos gustos de un joven tan distinguido y tan hermoso como mi querido primo carnal... ¡Ja, ja, ja, jaaá!... La canción aquella, por repetida y chabacana, puso colorada a Nieves y supo a rejalgar a su padre.
Los mares del Extremo Oriente eran los menos frecuentados por Ulises. Sólo dos veces había navegado hacia los puertos chinos y nipones, pero conocía lo suficiente para mantener la conversación con este viajero que mostraba en sus gustos cierto refinamiento de artista.
Los caballeros no desdeñaban alternar con él. Los artesanos, á cuya clase pertenecía, le respetaban como su ideal: era la encarnación de sus gustos y deseos. Pontes, con quien había trabado amistad hacía algunos años, le adoraba.
Decian el avariento y el logrero: No hay duda de que roba este hombre las provincias; afeaba sus rarezas el extravagante; decia el sensual que solo con sus gustos tenia cuenta; y esperaban las mugeres que en breve le sustituiria otro ministro mas mozo. Oía Babuco todas estas razones, y no pudo ménos de decir: ¡Qué hombre tan dichoso es este!
Ya sabía ella lo que tenía que decir. Primero, mucha ira, mucha protesta de dignidad, mucha palabrería contra Amparo y Agustín, después una serie de modulaciones de transición. Era evidente que Isabelita necesitaba baños de mar y Alfonsito también... Ante esta necesidad, los gustos de ella, sus escrúpulos, no tenían ningún valor.
Por medio de unas parientas, matronas muy distinguidas y muy dadas a la caridad pública, hace que la señora del terrateniente sea incluída en la comisión directiva de una tradicional institución de beneficencia. Con esto la excelente señora alcanza también aquella figuración correspondiente a su edad, a su posición y a sus gustos.
Palabra del Dia
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