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La una estaba pálida y tenía la vista fija constantemente en el suelo: la otra la miraba de vez en cuando con inquietud y tristeza. Cuando me acerqué guardaban silencio, pero no tardó en romperlo la primera exclamando en voz baja y con acento melancólico: ¡Si lo hubiera sabido, no saldría hoy a paseo! ¿Por qué? repuso la segunda. De todos modos algún día os habíais de encontrar.

19 Y cuando la nube se detenía sobre el tabernáculo muchos días, entonces los hijos de Israel guardaban la ordenanza del SE

Debajo de él una cantina, donde los cueros hinchados que guardaban el vino yacían insolentemente sobre las mesas, inmóviles como borrachos. En torno de la cantina y del árbol se había formado una danza que daba vueltas pesadamente, cantando las baladas del país. Nuestra pareja se introdujo entre la muchedumbre.

Como Ra-Ra vivía entre los esclavos del puerto, y éstos guardaban cierta relación con aquella otra gente todavía más inferior que acompañaba al gigante, había recibido ciertas confidencias sobre peligros que amenazaban al Hombre-Montaña. Son noticias todavía vagas continuó Popito . Nuestros amigos sólo han podido sorprender hasta ahora palabras sueltas.

Respondíle que las monedas pocas que poseía no guardaban tal proporción; pero que para gastarlas nada importaba aquella para circunstancia muy extraña.

Las dos monjas las recogieron con timidez: la muerta se las había dado para sus obras de caridad. Luego quedó cerrada la tapa, desapareciendo para siempre la que minutos antes era una mujer hermosa que los hombres no podían ver sin estremecimientos de deseo. Las cuatro tablas sólo guardaban harapos rojizos, carnes agujereadas, huesos rotos.

Aresti pasó más de una hora de botica en botica y de café en café, solicitado y arrastrado por muchos que le conocían, llamado allí donde guardaban un herido, esforzándose por curar de primera intención, con los medios que tenía á su alcance, á todos los infelices que en brazos de la muchedumbre iban después hacia el hospital.

Servían de refugio al personal libre y guardaban las municiones á cubierto de una explosión. Un artillero les mostró dos bolsas unidas de tela blanca, bien repletas. Parecían un salchichón doble y eran la carga de uno de los grandes cañones. La bolsa quedó abierta, saliendo á la luz unos paquetes de hojas color de rosa.

Guardaban su cuerpo anillado dentro de un tubo coriáceo que los protegía, y sobre este tronco rectilíneo de color de marfil lanzaban, como un surtidor de ramas, los tentáculos movedizos que les sirven para respirar y para comer.

Con cuánto amor se sientan al pié del venerable tronco, casi cadáver ya, los hijos de la multitud! Bello y poético culto tributado á la vida, cuatro veces secular! Cerca de la plazuela muestra su sombría cabeza la Torre-maldita, donde se guardaban los instrumentos de tortura, verdadera irrision de aquel árbol, símbolo de victoria y emancipacion.