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Actualizado: 15 de julio de 2025
Apenas llegaban á la llanura que, bañada de sol, se presentaba en perspectiva, el perro, que iba de vanguardia, empezó á gruñir furiosamente y erizó los pelos del lomo. Herminia pensó "Ahí está; contra él gruñe este dichoso animal. ¡Con tal que no le muerda! Avanzó enseguida y en el mismo sitio en que el día anterior estaba Roussel vió un hombre echado.
Y maldito lo que se les importa. "Esa es cuenta vuestra, mal capitán," me dice uno. "Seis y blanco," gruñe otro. Y ese Simón que Dios confunda acaba por mandarme al demonio. ¡Desde aquí se les oye, manada de tiburones! En efecto, á pesar del rumor del viento y de las olas, llegaba hasta ellos el eco de los juramentos y las carcajadas de los jugadores que llenaban la proa.
En un habar, entre las matas, un labriego va entrecavando la tierra dura. Sobre una manta, echado en el lindero, cabe a un cantarillo de agua, un perro gruñe sordamente cuando me acerco. Buenas tardes grito al labriego. Buenas tardes, señor contesta. Luego se allega, y hablamos sentados mientras él fuma. ¿No tiene usted agua para regar sus tierras? le pregunto.
Sucedió que un día entraron dos puercos, del mejor garbo que vi en mi vida; yo estaba jugando con los otros criados, y oílos gruñir, y dije a uno: "Vaya y vea quién gruñe en nuestra casa." Fué, y dijo que dos marranos.
Debo advertir que éste es el tratamiento que se da, entre la gente del pueblo de este país, por los yernos y nueras, á las suegras. ¿Tiene un grano de sal para freir unas bogas? No tengo sal. Vergüenza es lo que á ti te falta, gruñe, al oirlo, la vieja. Y sábete que tengo sal, pero que no te la quiero dar. Ya me lo figuro, porque siempre fué usté lo mismo.
Andando gruñe su mujer, clavando los dientes en la quinta manzana, que todos somos hijos de Dios, y más ven cuatro ojos que dos. Es de razón exclaman á coro los demás circunstantes. Pues, caballeros concluye el perito con cierto tonillo de autoridad; creo que se pueden dar veintisiete doblones por la pareja. Ya lo oyes, Antón...; y yo no dejo mal á ningún amigo.
Una vieja, apoyada en una joven, cojea devotamente; la joven camina con los ojos bajos, tímida y avergonzada de pasar delante de tantos observadores; la vieja levanta la falda color de café, de las Hermanas de Sta. Rita, para enseñar unos piés gorditos y unas medias blancas, riñe á su compañera y lanza miradas furiosas á los curiosos. ¡Saragates! gruñe, no les mires, ¡baja los ojos!
Parece que todavía me guarda algún rencor porque me permití descubrir el escondrijo donde amontonaba, como la marmota, lo que iba robando. Estás prevenido contra él gruñe Martín; lo mismo que Gertrudis... Sois injustos, cruelmente injustos con él. Juan mueve alegremente la cabeza; y, señalando con el dedo una puerta que conduce a una habitación de madera, recién construida, pregunta. ¿Qué es eso?
Palabra del Dia
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