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Movido por el grotesco horror de este cuadro, el ministro, olvidándose de su inquietud y alarma infinitas, prorrumpió en una carcajada, que fué respondida inmediatamente por una risa ligera, aérea, infantil, en la que con un estremecimiento del corazón que no sabía si era de intenso dolor, ó de placer extremo, reconoció el acento de la pequeña Perla.

En un país donde todo lo grotesco se cubre con capa de seriedad, donde muchos se elevan á fuerza de humo y aire calentado; en un pais donde lo profundamente serio y sincero daña al salir del corazon y puede ocasionar disturbios, probablemente aquella era la mejor manera de celebrar la ocurrencia del insigne don Custodio.

Entonces, como ahora, había una gran pasión por los ídolos de la tauromaquia, el arte nacional por excelencia. Frascuelo y Lagartijo recogían en su joyante capote el último rayo del gran sol de la raza y despertaban el único latido de la conciencia nacional. Y aun no había surgido en el horizonte el espectro trágico, grotesco e infame del desastre colonial.

Pero dime: ¿desde cuándo te has metido á orador? No sabía yo que en Ateca hubiera tanta elocuencia. Te habrán aplaudido los segadores en las eras, y te has creído por eso un Demóstenes. El fanático reía con tan maligno acento de sarcasmo, que á Lázaro le parecía tener delante un grotesco demonio. Cada palabra abría en el corazón del pobre prisionero una nueva herida, y le abatía y avergonzaba más.

Ocupó solemnemente su pequeña poltrona, ordenó sobre la mesita los montones de libros y quedó mirando el rostro gigantesco de su amigo, que sólo estaba á un metro de distancia de ella. No necesitaba Flimnap de bocina, como en otras ocasiones. Podía expresarse sin esforzar su voz, que era naturalmente armoniosa y contrastaba con su exterior algo grotesco.

Y cuenta que no sentimos lo ocurrido en ella por la gloria del orador, corrido allí como una liebre, pues por muchas que sean sus presunciones, no debe, en su estulticia ingénita, aspirar a mayores triunfos; sino por el prestigio del Parlamento y por la dignidad del Ministerio, que acogió bajo su amparo un asunto que pasó los límites de lo grotesco

El cuerpecito grotesco y desmedrado del ecuánime covachuelista ha sido suculento festín de usureros; D. Amaranto sabe bien la amargura de ver su ajuar de titiritero en medio del arroyo; conoce la bárbara cacería que sobre su personilla realizan mensualmente el panadero, el tendero, el carbonero. Los mozos de café son también para el Sr.

¡Buena la hiciste ayer! dijo el gigante en voz queda, como si hablase con él mismo . En realidad eres el culpable de todo lo ocurrido, por tu maldita idea de dejarme solo para ir á ver á Popito.... Pero no te abandonaré por eso, como me pide la loca de Flimnap.... ¡Qué diablo será esto del amor, que á todos nos hace cometer enormes tonterías, y hasta da un aspecto grotesco á esa pobre mujer tan inocente y bondadosa!...

Aquí hay un infeliz que se está muriendo. Oyéronse pasos precipitados, aunque pesados. Eran los de un anciano, de no muy alta estatura, cuya faz apacible y cándida indicaba un alma pura y sencilla. Su grotesco vestido consistía en un pantalón y una holgada chupa de sayal pardo, hechos al parecer de un hábito de fraile; calzaba sandalias, y cubría su luciente calva un gorro negro de lana.

El conde, hombre de unos cuarenta años, alto, grueso, derecho, rubio, hablaba en un castellano grotesco. Lo verdaderamente gracioso de Haussonville era su apetito voraz. Todo lo que le daban de comer no le servía más que de aperitivo.