Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 25 de mayo de 2025


Con esto no se hace mal a nadie... Vamos a almorzar. El buque había salido de la bahía. Deslizábase entre islotes de tupida vegetación y escollos que emergían sus negras cabezas con greñas verdes. Las montañas de forma humana parecían alejarse tierra adentro.

El tío Merlín, que así llamaban al viejo de las sucias greñas, era la notabilidad del pueblo, donde se le había dado el nombre que llevaba por la reputación de listo que le acompañaba desde sus contemporáneos, que, al emigrar de este mundo, se le recomendaron á la generación heredera como un dije inestimable, como una providencia.

Los feligreses de Julián son pobres pastores: en vísperas de fiesta y tiempo de oblata le obsequian con leche de cabra, queso de oveja, manteca en orzas de barro. Hablan dialecto cerradísimo, arduo de comprender; visten de somonte y usan greñas largas, cortadas sobre la frente a la manera de los antiguos siervos.

¡Malos peces vos coman, arrastrás! ¿No veis á esa probe mujer que vos ascucha? gruñó el viejo pescador, interponiéndose entre las dos mujeres y señalando á la viuda. ¡Ayyy! suspiró ésta al oirlo, limpiándose los ojos con las greñas. ¿Falta dinero? Pus hacervos la cuenta de que se lo tragó la tierra, y en paz.... Vengan esos cuartos añadió el viejo en tono brusco.

Estaba en el suelo, agitada por una crisis nerviosa, y se revolcaba pataleando, mostrando sus flacas y tostadas desnudeces de animal de trabajo, mientras se tiraba de las greñas, arañándose el rostro. ¡Mi hijo!... ¡Mi Antoñico!... Las vecinas del barrio de los pescadores acudieron a ella. Bien sabían lo que era aquello: casi todas habían pasado por trances iguales.

Traía por lo común el cabello hecho greñas y aborrascado, las narices llenas de mocos, las manos sucias y el vestido roto y cuajado de lamparones.

Al cabo de un rato bien largo de toser, cambiar de punto de apoyo, manosear el sombrero y luchar con sus greñas, comenzó así el aldeano: Pues, señor, yo soy, pa lo que usté mande, Cleto Rejones, y vivo aquí, á la esquierda, cancia la juenti, como el que tira á la mies del Jalecho, en una casa sola que usté habrá visto al ir á cazar esta mañana..., que tiene un higar delante....

Francamente, yo creí que usted daba a rédito, no que tomaba. A esta maliciosa observación, habría contestado Rosalía tirándole de aquellas greñas despeinadas. ¿Pero qué había de hacer? Tragar acíbar y someterse a todo. «, hija, el compromiso es fuertecillo. Si quieres, se te dará interés... como te convenga». ¡Jesús!, no me ofenda usted.

En punto á laboriosos, eran como un tropel de ardillas, no pudiendo permanecer quietos mientras el padre trabajaba. Teresa la mujer y Roseta la hija mayor, con las faldas recogidas entre las piernas y azadón en mano, cavaban con más ardor que un jornalero, descansando solamente para echarse atrás las greñas caídas sobre la sudorosa y roja frente.

El portalón de la calle de los gitanos vomitaba grupos y grupos de sucios chiquillos, que habían pasado el día cantando a coro, repicando las castañuelas y tomando lecciones de baile para entretener el hambre. ¿Qué traes? preguntaba el gitano a su mujer, estirando los miembros entumecidos por el descanso, subiéndose la faja con ambas manos y atusándose las greñas que le tapaban las orejas.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando