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Actualizado: 7 de junio de 2025
No se hizo asi por desgracia al fundarse la nueva oficina, y el tiempo justificará, si ya á esta fecha no lo ha acreditado, que se padeció un error gravísimo y perjudicial á los intereses nacionales, como puede inferirse de lo relacionado. Pasando ahora á evidenciar que no es menos perjudicial al comercio y vecindario de Filipinas, se traen por reflexiones los siguientes razonamientos.
No podían, pues, los náufragos presentar el cuerpo al descubierto sin gravísimo peligro; pero sí defenderse desde dentro disparando a través de las hendrijas de las paredes y de las puertas. Distribuyéronse por todos los compartimientos de la casa para vigilar mejor los contornos, y se prepararon a repeler los ataques de aquellos tenaces asaltantes. No tuvieron que esperar mucho.
Por lo pronto, lo que podemos asegurar es que la reputación de doña Beatriz estaba perdida; gravísimo mal, aunque no del todo irremediable, dado que fuese una calumnia lo que se recelaba o afirmaba: dado que la suposición no tuviese fundamento alguno.
Cuanto más cerca veo el día pensaba , más indeciso y perplejo me encuentro. ¿Por qué dudo, decídmelo, Virgen Santa del Sagrario y tú, San Ildefonso bendito? ¿Por qué mi anhelo se ha trocado en vacilación y mi fe en temor de causar gravísimo daño? ¿Qué dices a esto, conciencia pura, qué razones me das? ¿Sale acaso de ti esa voz que siento y que me dice: «detente, ciego?...». Y tú, caviloso Benigno, ¿has notado, por ventura, frialdad en los afectos de ella, arrepentimiento en su voluntad o siquiera desvío?
En sus Cartas filológicas, Murcia, 1634, se encuentra una á Lope de Vega en defensa de las comedias y de la representación dellas, cuyo principio dice así: «Muchos días ha, Señor, que no tenemos en Murcia comedias: ello deve ser porque aquí han dado en perseguir la representacion, predicando contra ella, como si fuera una secta ó gravísimo crimen.
Había acudido doña Guiomar desasosegada y con disgusto a la visita del señor Ginés de Sepúlveda, al que encontró todo mezquino y encogido, y tan espantado como quien se cree en un gravísimo peligro.
Porque es cierto que una volundad firme y constante, ya por sí sola, y prescindiendo de las otras cualidades de quien la posea, ejerce poderoso ascendiente sobre los ánimos, y los sojuzga y avasalla. La terquedad es sin duda un mal gravísimo, porque nos lleva á desechar los consejos ajenos, aferrándonos en nuestro dictámen y resolucion, contra las consideraciones de prudencia y justicia.
Al mismo tiempo empezó á brillar en sus ojos la firme decisión de no decir palabra de su gravísimo asunto al hombre de sotana que tenía cerca y de marcharse al instante de aquel sitio. Se había equivocado. Allí no encontró el salvador que buscaba. Todavía, no obstante, permaneció clavado en la silla como si el cuerpo se negase á obedecer las órdenes apremiantes del espíritu.
¡Tú! exclamó Urbide . ¿De dónde sales con ese uniforme? ¿Qué has hecho en todo en todo el día de ayer? Estaba intranquilo. ¿Qué pasa? Todo lo contaré. ¿Tienes el coche? Sí, pero... Nada, tráetelo en seguida, lo más pronto que puedas. Pero a escape. Martín se sentó a la mesa y escribió con lápiz en un papel: «Querida hermana. Necesito verte. Estoy herido, gravísimo.
Palabra del Dia
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