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Actualizado: 25 de junio de 2025
Le dice a usted todos los reyes godos de memoria sin faltar uno, ¡es que sin faltar uno, Tristanito, créalo usted! En Calatayud, que es su pueblo, ha publicado unos artículos contra el celibato eclesiástico que levantaron roncha en el clero. Ahora está escribiendo un folleto contra Moisés, ¡una verdadera hermosura!
Es cierto que los reinados de los godos fueron llenos de fraternos odios, i todo género de insultos i calamidades. Ellos como gente bárbara i rústica estaban dominados por la fuerza de las pasiones, i especialmente por la ambicion, de suerte que con furiosa presteza ejecutaban cuantas maldades les sugerian sus entendimientos desbocados.
Nin los romanos non deben tomar nin demandar nada de las dos partes de los godos, nin los godos de la tercia parte de los romanos.» Por donde se ve cuan pocos eran los judíos que habitaban en España, cuando en este repartimiento para nada se les nombra: silencio que no se advertiria si hubieran sido muchos en número.
En primer lugar utilizaron la historia nacional, rica en graves acontecimientos y terribles catástrofes, como el orgullo del último rey de los godos, la pronta venganza del conde D. Julián, la malhadada batalla, que acabó con la monarquía de los godos, y la trágica muerte de Rodrigo; la heróica resistencia de Pelayo en las Asturias; las gloriosas hazañas del Cid, su amor á Jimena, su combate con su padre, su lealtad á los soberanos legítimos, premiada siempre con ingratitud; el asesinato del rey Sancho en el cerco de Zamora; los amores románticos de Alfonso VI y de la bella Zaida, y de Gonzalo Gustios de Lara y la hija de Almanzor; la lucha fratricida entre Pedro el Cruel y Enrique de Trastamara, semejante á la de Eteocles y Polinice; el asesinato del maestre de Santiago, y la triste suerte de la inocente Blanca de Borbón; el favor y la caída súbita de D. Álvaro de Luna, y las aventuras caballerescas de D. Pedro Niño.
Se dice que los antiguos godos tenían la costumbre de resolver sus asuntos dos veces, una borrachos y otra serenos. De esta manera unían en sus decisiones el atrevimiento y la prudencia. Martín sintió no haber seguido esta prudente táctica goda, pero se calló y dió a entender que se encontraba en uno de los momentos regocijados de su vida. ¿Qué? ¿vamos a ir? preguntó Bautista. Probaremos.
I en tanto que los árabes dejaban en entera libertad de observar la lei de Moisés á todos los muchos judíos que vivian en sus estados, los reyes de Castilla en aquellos tiempos, se veian obligados de la necesidad á dejar á estas gentes que morasen con quietud en sus tierras i señoríos; cosa que llevaban mui pesadamente, no escarmentados aun de los frutos que cogieron de sus cruelisimas persecuciones los monarcas godos.
En resumen: como quiera que la comisión informó favorablemente su dictamen, suscrito por don Bartolomé Lope de Mesa, veinticuatro, y don Juan Farfán de los Godos, jurado, porque no sólo debía volverse á formar la hermandad, sino ser protegida por el Ayuntamiento, designándose caballeros del cabildo que la inspeccionasen, en sesión de 20 de Marzo de 1593 se acordó, conforme á lo propuesto, que volviera á establecerse la cofradía, la cual terminó en el siglo XVII, en que ya, sin que ningún don Juan Pérez de Guzmán la hiciera desaparecer, le cogió la reducción de hospitales que llevó á cabo el arzobispo de Sevilla.
I no traten los de la opinion contraria de desvanecer este argumento con decir que los godos mirarian con sumo desprecio i desden á los hebreos, i que, teniéndolos en poco crédito, ¿cómo habian de repartirles tierras para que con trabajo i constancia solicitasen sus frutos, i con su comercio pudiesen pasar mas cómodamente la vida? porque son razones fáciles de echar por el suelo, como fundadas sobre flacos cimientos.
Fortificada por los Romanos, que la rodearon de murallas, los Godos la conquistaron en 572, y á su turno los Moros, en 692, conducidos por el famoso Abderraman, fundador del califato de Occidente.
Cayó muerto el mal aventurado Rodrigo, i Taric tomó su cabeza para enviarla á Muza i darle con ella una muestra de la próspera fortuna de sus armas. Con la muerte del rei, i de muchos i mui principales caballeros godos, los que quedaron con vida, empezaron á aflojar la batalla i á irse retrayendo.
Palabra del Dia
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